Mientras unos y otros hablan del tamaño de las respectivas banderas, muchos no llegan a fin de mes y algunos se vienen arriba (España) impulsados precisa y paradójicamente por sus antagonistas: la izquierda y el independentismo.

Pedro Sánchez se siente bendecido por el destino. Su mutación de desahuciado a palaciego le ha imprimido tal confianza que osa meter al Gobierno en la boca del lobo cual domador la cabeza en la boca de un león para poner orden entre esas miles de almas que ponen y quitar lazos amarillos, lucen banderas rojigualdas o esteladas, cortan autopistas o se empeñan en recortar competencias, a vueltas con los políticos presos los unos y los presos políticos los otros...

El taimado buenista de Sánchez propugna un diálogo virtualmente de sordos (tiene claro que si se reúne con Torra y le salta con la autodeterminación, le replicará con necesidades más vitales como un salario digno) y pese a su debilidad parlamentaria se siente fuerte al consolidarse en el bucle como mal menor. El presidente sabe que el independentismo estaría mucho más incómodo con un Casado o un Rivera en Moncloa mientras Abascal le susurra recetas mágicas, como esa pócima de la ilegalización de partidos que no escatimaría ni al PSOE. "Que dio -según el mesías de la ultraderecha- golpes sangrientos contra la república, estuvo detrás del asesinato del jefe de la oposición y trajo la guerra civil". Que sí, que Franco sólo fue un hijo de la gran fruta madura.

El quinto elemento ha emergido por el sumidero del chorreo de lava del volcánico procés, que va a escribir un incierto capítulo con esa temeraria localización de un Consejo de Ministros que guiñará el ojo a los necesitados más de dignidad material que de la espiritosa del elixir independentista que vende Torra, que con apuesta por la vía eslovena ya no se sabe si es más president o endriago.

Entre el diálogo de besugos y la mano dura estamos perdidos. Cataluña se ahoga en su vómito y nos hundimos (todos) en la estúpida arrogancia de los convencimientos. Para regocijo de un monstruo que acecha salivando y que entrará en pavoroso éxtasis si la boca del lobo se llena de sangre este viernes.

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