Por mucho que algunos quieran negarlo, Pedro Sánchez es un presidente del Gobierno tan legítimo como lo ha sido Mariano Rajoy. Y lo es porque su procedimiento de elección ha seguido escrupulosamente los preceptos legales. Distinto es que ahora tenga más o menos capacidad de maniobra con los diputados que tiene en su bancada y con los compañeros de viaje que le han aupado. Es lícito que el partido saliente, en este caso el PP, ataque duramente al entrante, el PSOE, porque esa es la base del juego de la política. Ahora bien, lo que no es tan honesto es recurrir a la supuesta falta de legitimidad alegando que no ganó las elecciones. Se obvia, malintencionadamente claro, que España tiene un sistema parlamentario donde el ciudadano no elige al presidente sino a los representantes en Cortes que luego eligen al máximo responsable del ejecutivo. La Constitución establece que el candidato que consiga 176 apoyos en el Congreso vivirá en La Moncloa. Rajoy los tuvo en su momento y ahora los ha conseguido Sánchez. Legitimado, por tanto.

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