Cataluña acaba de aprobar un decreto para poder vender leche cruda a granel, lo que me devuelve mentalmente a los veranos de mi infancia. Creo que ya estaba prohibido entonces, pero todos los días, al caer la tarde y con la fresquita, una de mis tías me mandaba con una botella de plástico de Cocacola bien lavada a una casa cercana. En el salón, un bidón de acero presidía la estancia ante el cual se producía el ritual del llenado de las botellas. Y ya en casa, el proceso continuaba haciendo hervir tres veces la leche. Sabía como ninguna, pero a expensas de un trabajo que hoy es innecesario. El consumo de leche cruda puede transmitir la brucelosis o fiebre de Malta, aunque se ha montado una alarma tremenda dando por hecho que los clientes no van a hervirla. Quizás lo haga algún snob antivacunas, pero si se contagia de algo, que se cure con las bolitas de azúcar de la homeopatía.

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