La civilización romana propulsó el desarrollo del derecho, el arte, la arquitectura, la tecnología, la religión... Pero de los mimbres del Estado de derecho, se le escapó la génesis de uno fundamental: las alcantarillas, bastión de la ley y el orden que literalmente sirve para evacuar y drenar las aguas residuales de los edificios y que en la praxis política deja todo resplandeciente con sobornos y extorsiones surcando las cañerías.

A los avanzados romanos se les adelantaron: hay vestigios de civilizaciones del valle del Indo que datan del 3200-2800 aC que ya contaban con un sistema de alcantarillado completo. Ha pasado mucho tiempo y la cosa cuenta con un alumno aventajado en Hispania: el ex comisario José Villarejo, que con su rosario de grabaciones lo mismo le hace un siete a la reputación del Rey emérito, que a una adalid de la lucha antiterrorista cono la ministra de Justicia, que a una señora tan virtuosa (más si cabe cuando luce mantilla y entona El novio de la muerte)) como María Dolores de Cospedal. La valedora de Casado en las primarias lo recibía a puerta gayola en la sede del PP allá por 2009 -cuando Bárcenas estaba a punto de declarar como imputado en el Supremo-, para revelarle que la Policía andaba detrás de unos chicos falleros, esa cima del lenguaje cifrado para aludir a los chanchullos del partido en Valencia con la Gürtel.

Villarejo es una fábrica de excrecencias que igual te puede hacer reír que llorar, según el bando en cuestión que quede en evidencia con esas malas artes de grabar conversaciones privadas. Que se lo digan a la tropa que se desgañitaba reclamando la dimisión de Dolores Delgado y que ahora hace mutis por el foro al ser interpelada por las revelaciones de los pinchazos del príncipe de las cloacas, que también muestran un alto grado de compadreo entre su marido, el empresario Ignacio López Hierro -que se paseaba por Génova como Pedro por su casa-, y el campeón de los albañales, a los que montó la audiencia de marras en Génova, donde faltaría tiempo para poner papeles comprometedores en la trituradora.

Casado le debe mucho a Cospedal de su ascenso a la cima del PP y es normal que en su boca no entren ahora moscas. La buena pregunta que lanza el PDeCAT es por qué ningún ministro del Interior atajó la "mafía" de Villarejo. Que promete una gran traca navideña si para entonces sigue en prisión...

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