Análisis

fernando faces Santelmo Business School

Inflación creciente, recuperación menguante

En tan sólo unos meses el mundo ha pasado del temor a la deflación al miedo a la inflación creciente, acompañada de una recuperación menguante. Estamos ante una crisis, insólita y singular, que está provocando resultados inesperados, desconcertantes. Nadie esperaba una inflación de oferta y demanda tan virulenta y persistente. Nunca la humanidad había paralizado, conscientemente, la actividad económica para preservar la salud global. Los gobiernos tomaron la decisión de parar la máquina global de producción con la esperanza de qué vencida la pandemia la recuperación de la producción sería tan rápida y sencilla cómo su interrupción. Pero en una economía global, con cadenas de suministro complejas e interdependientes el reinicio es sumamente complejo y difícilmente predecible. El resultado ha sido una demanda embalsada y un ahorro forzoso acumulado, que irrumpen con fuerza sobre una oferta productiva mermada, incapaz de responder. Las consecuencias son los cuellos de botella productivos, logísticos y de transporte y un aumento generalizado de los precios de los bienes intermedios, las materias primas y la energía. El escenario final es una inflación global de demanda y de costes que está debilitando la recuperación mundial. Los bancos centrales afirman que la inflación es transitoria y que se irá diluyendo en 2022 a medida que se eliminen las rigideces y cuellos de botella. Los bancos centrales no quieren precipitarse con una retirada brusca de liquidez o una subida de los tipos de interés, para no dañar la recuperación. La política monetaria tiene un amplio retardo en su impacto y podría ocurrir que aconteciera cuando los problemas de oferta estuvieran resueltos, poniendo en jaque la recuperación global.

Pero, por otra parte, si la transitoriedad se alarga, las expectativas de inflación pueden anclarse y la recuperación verse abortada. Algunos responsables de la cadena de suministro opinan que los cuellos de botella van a permanecer más allá del segundo semestre de 2022. No obstante, no vamos a volver al punto de partida, sino a otro nuevo, en el que las cadenas de suministro se van diversificar y acercar más a los países demandantes, en un proceso de relocalización y renacionalización. Tendencias como la desglobalización o el proteccionismo podrían ser estructurales y permanentes.

Los bancos centrales están operando con extrema prudencia. El BCE iniciará la retirada gradual de estímulos en 2022 y no se prevén aumentos de tipos hasta finales de 2022 o 2023. El dilema de los bancos centrales entre inflación y crecimiento se agrava. En España la inflación se ha disparado hasta el 5,4%, la más alta de los últimos 30 años y la recuperación se está desacelerando bruscamente. La inflación está devorando el consumo, los márgenes y la inversión de las empresas. La CE ha reducido las previsiones de crecimiento para España en 2021 hasta el 4,6%. Muy por debajo del 6,5% previsto por el Gobierno .Y para 2022, el 5,5% frente al 7% de los presupuestos. Los ingresos presupuestarios previstos son papel mojado, así como los objetivos de deuda y déficit públicos. Mientras tanto no hay acuerdo para las dos principales reformas, la laboral y la de pensiones, demandadas por Bruselas, condición para recibir de los Next Generation los 10.000 millones de la segunda entrega de 2021.

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