Impuestos al tabaco

La deshabituación es un proceso complejo y difícil que necesita importante apoyo

Desde la perspectiva de la salud pública la lucha frente al tabaquismo y sus consecuencias sanitarias tiene ya una larga trayectoria de medidas tanto en España como a nivel internacional. Los beneficios en salud con las políticas frente al tabaquismo son objetivos de interés general que deben ser tenidos en cuenta.

Muchas son las acciones que se consideran necesarias para hacer posible el objetivo de disminuir los efectos nocivos para la salud que se asocian al consumo de cigarrillos, aunque creo que se pueden considerar como muy importantes las que permitan una prevención del consumo con acciones educativas y preventivas, las que ayuden a la deshabituación o las que hagan más difícil el acceso mediante una política impositiva que tenga como consecuencia que el precio actúe como barrera efectiva.

En la medida que sabemos que la política impositiva sobre el tabaco tiene influencia para disuadir del consumo tanto a quienes estén en situación de acceder por primera vez al tabaco y terminar siendo fumadores habituales como a quienes ya lo son, cabe valorar la conveniencia de acometer ya una importante subida de los impuestos al tabaco.

No hay que olvidar que la última subida de los impuestos al tabaco se produjo en 2016 y en estos años se ha incrementado el diferencial de precios entre el mercado español y el mercado de la Unión Europea.

De esta manera, tenemos una situación en la que España presenta el precio más bajo en relación a los países europeos de nuestro entorno con una situación que carece de toda lógica porque nos sitúa como país en una posición que nos caracteriza como el estanco de Europa.

Y es que en la dialéctica pública relativa al tipo y la intensidad de los impuestos, la posibilidad de una subida de impuestos al tabaco es, con toda seguridad, una de las que más consenso y apoyo social puede encontrar tanto por sus efectos positivos en el beneficio a las arcas públicas, como por su contribución en la lucha frente al tabaquismo tal como se considera por la Organización Mundial de la Salud, que le asigna un importante valor como medida de salud pública de gran efectividad en relación al coste del tabaco. Así que cabe trabajar por el objetivo de encarecer el acceso al consumo de cigarrillos porque creo que, se mire por donde se mire, los efectos positivos en todas sus dimensiones son más que evidentes. La subida de impuestos al tabaco debería acometerse con carácter inmediato.

Por supuesto que debemos considerar como una prioridad para la actuación sanitaria un refuerzo importante de las acciones y programas que apoyen la deshabituación para aquellas personas que quieran abandonar el hábito de fumar y no lo estén consiguiendo; en este sentido no cabe duda de que queda mucho por hacer aun siendo esta una línea de acción que merece la pena reforzar.

Esta es, probablemente, una de las áreas de mejora más necesarias en la lucha frente al tabaquismo. La deshabituación es un proceso complejo y difícil que necesita un importante apoyo desde el sistema sanitario con todo tipo de medidas que centren los esfuerzos en ayudar a superar el hábito a aquellas personas que lo intentan y no lo consiguen incluso valorando nuevas estrategias que merezcan pilotarse para asegurar su efectividad.

Así que subida de impuestos, impulso a la deshabituación y refuerzo de la educación sanitaria serían prioridades a impulsar en el futuro inmediato.

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