Análisis

manuel campo vidal

El Gobierno sólo sobrevivirá si lo hace muy bien

Formación de Gobierno la semana pasada con sensación de alivio, al menos para una parte de la opinión pública. Era tal la desconfianza en la capacidad de los políticos para alcanzar acuerdos que el Gabinete se recibió como un sedante, para otros como alarma, o bien como mal menor. "No diré que me guste -señala una empresaria catalana-, pero veo que esto se pone en marcha, como si quisiéramos recuperar el tiempo perdido".

Es verdad que para desencallar la situación hicieron falta votos de sensibilidades políticas contradictorias y hasta estridentes. Y que la operación estuvo a punto de ser dinamitada cuando la Junta Electoral Central, de improviso, inhabilitó a Torra, activando una mina para truncar la investidura. Pero, al final, Pedro Sánchez salió del Congreso como presidente y el Gobierno de coalición entre dos partidos -sólo dos y no diez, como se denunciaba- echó a andar. Como esos equipos de fútbol que para ganar ya sólo dependen de sí mismos, este Gobierno sólo saldrá adelante, aunque con dificultades en el Congreso, si trabaja con acierto y sin grandes errores.

Sabe Sánchez que la música que lo acompañará será muy molesta porque la oposición no concede tregua. Y que los medios que la apoyan dibujan cada día un panorama sombrío. El escritor Richard Price, que cultiva el género del terror, declaraba esta semana en Madrid: "Si se trata de aterrorizar, nada supera a los titulares de prensa". No se refería necesariamente a la política española, pero su afirmación es aplicable. Por suerte para él, no escucha algunas tertulias en las que parece que se va a acabar el mundo. Enric Juliana levanta el faldón de la mesa camilla tertuliana y escribe que "no está en juego la unidad de España. Está en juego quién manda en España".

Para esta nueva etapa, el Gobierno va cargado de ministros, cuatro más, pero no en todos los casos se multiplican funcionarios. Alberto Garzón es ministro de Consumo con los recursos que antes tenía esa secretaria de Estado y lo mismo Irene Montero en Igualdad; o Manuel Castells en Universidades y Escrivá en Seguridad Social. Ha habido que trocear ministerios para cuadrar la coalición. Poco más.

El polémico nombramiento como fiscal general de Dolores Delgado tapó el estreno. Lo importante es que resuelvan. "Escrivá es un hombre de negro de esos que enviaban para intervenir bancos y haciendas", advierte un banquero andaluz que lo conoce bien. Lo celebra. En la radio, risas por las palabras que descubre la ministra de Igualdad, como "personas racializadas", y la poca igualdad que supone que sólo vaya a nombrar mujeres para ese ministerio. Mientras, Escrivá anuncia que la economía necesita millones de emigrantes; o la nueva ministra de Exteriores, Arancha González Laya, que dirigía el Centro Internacional de Comercio (una agencia de la ONU y la OMC), lanza la "diplomacia económica". Franceses y británicos están en eso hace años. Por eso ganan tantos contratos.

Entretanto, Pablo Casado se ancla en el bloqueo, por ejemplo de la renovación del Consejo del Poder Judicial. Debe estar atento porque, minutos después, salió Vox para decir que "estamos en contra del sistema de elección del CPJ, pero vamos a participar", aunque luego se desdijo. Lo advertimos ya: Sánchez lo tiene muy difícil, pero Casado también.

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