Análisis

J. M. Morillo león

Ensalada de pamplinas y pomelo para Díaz Ayuso

Que no nos engañen las apariciencias a simple vista, la presidenta madrileña tiene recorrido y firmeza. Le gusta el posado afectado, el postureo pasado de rosca, por lo que el personaje supera a la persona y al cargo. En una campaña donde una torpe y aún más fingida oposición le fabricaba los votos Isabel se ha encontrado con un panorama casi expedito, libre incluso de nubarrones y por eso está pasando un verano bastante apacible en lo mediático tras triturar incluso cualquier vestigio incómodo en su televisión autonómica.

Tras sus vacaciones playeras y para que tome fuerzas y se le mejore ese aspecto blanquecino de aparente contrición le vamos a preparar con vistas al reloj de la Puertal del Sol, ding dong, don sin din, una suculenta ensalada de pamplinas, pomelo y panceta.

Las pamplinas van más allá de las que descargan los políticos en general en los titulares del periódico de hoy. Son unos brotes jugosos que hay a la vera de los ríos sanos y que también reciben el nombre de marujas.

Las pamplinas o marujas están tan sabrosas como protegidas por lo que sólo la tendremos en el nombre del plato. Las pamplinas son abundantes en su vertiente dialéctica pero no tanto en su apariencia vegetal. No es cuestión de vérselas con el seprona.

Sustituiremos las pamplinas, que tanto encandilan a nuestra convidada de hiedra, por brotes de berros o canónigos tan comunes en cualquier supermercado.

En un mortero machacamos como consejeros de Ciudadanos un diente de ajo picadito, unas cinco hojas grandes de albahaca, una cucharada de vinagre, dos cucharadas de aceite picual del nuestro, y una pizca de sal. Le damos ritmo al desintegrado y reservamos la salsa.

Como los canónigos ya nos llegan lavados como lluvia genovesa los volcamos de la bolsa al bol, agregamos los gajos de medio pomelo partidos a su vez por la mitad y cortamos en cubitos unos 150 gramos de panceta ahumada. Su contraste de grasa entre tanta pamplina puede ser vegetal y sustituir la panceta por cubitos de aguacate de Guadix. Añadimos un picado de frutos secos y pasas para añadirle ese punto "crunchy" que tanto gusta a la masticación de la presidenta.

Aliñaremos en el último momento cuando nos dejen subir al despacho. Cubrimos con la salsa y con cebollino bien picadito.

Para maridar en este caso, media botella bien fría de Tío Pepe que tan bien ilumina la Puerta del Sol. Una soleada plaza iluminada para una política que se siente como tal. Que la luz no se le vaya a apagar. Chin chin en copa amplia para el aroma del fino jerezano.

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