Una admiradísima colega (singular, quizá única, que llegó muy joven muy arriba, que no presenta síntomas de divismo y que parece inmune al virus de la pontificación y el aleccionamiento, tan extendidos en este gremio cainita de los que hacemos frasecitas) comentaba el otro día que ella es de izquierdas, pero se está derechizando. Lo que me llenó de estupor, puesto que si los mejores cerebros sucumben, ¿qué será de nosotros, los mediocres, che?

Después de la Revolución Francesa de 1789, en la Asamblea Nacional los diputados que defendían las conquistas revolucionarias se sentaban a la izquierda, mientras que los que se oponían a ellas lo hacían a la derecha. De allí surgieron los términos políticos en eterna boga.

Venimos al mundo sin saber a qué lado nos acoplaremos, aunque las papeletas te ponen a uno u otro en la proa. No es lo mismo nacer en una favela que en la Zarzuela. Y algunos nos moriremos con la mente vacía y sin acordarnos de esas máximas que nos han llenado la despensa del ideario y la moral para abastecer nuestra conciencia.

A un compañero de codo con codo diario le gusta enfatizar que es de derechas, sabedor de que, igual que nadie confiesa que es envidioso o mentiroso, pocos se jactan de estar a la diestra. En su defecto, presumen de españoles. Pero por muy patriotas que se sientan algunos, con la bandera no pueden tapar sus vergüenzas. ¿Recuerda a ese jefe de la oposición con bigote recortado que llamaba pedigüeño a un presidente del Gobierno que peleaba en Bruselas por los fondos de cohesión?

Es que estamos a vueltas con la derecha, la izquierda, que si facha, que si rojo... Algunos ni ven a la persona que hay tras su ideología. Ortega y Gasset lo tenía muy claro: "Ser de la izquierda es, como ser de la derecha, una de las infinitas maneras que el hombre puede elegir para ser un imbécil: ambas son formas de la hemiplejía moral".

Gracias maestro. Lo sospechaba: soy un enfermo. Y sin cura, valga por izquierdosa redundancia. Envejecer es tocar el violín: se toma con brío juvenil con la izquierda y se acaba tocando resignadamente con la derecha. Al son de la banca, que siempre gana. Rajoy reveló el jueves que la apoya, aunque ya lo habíamos notado hace tiempo. Como él diría: un lado es un lado.

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