El prime time está hecho añicos y con una tarta publicitaria que no llega ni a galleta integral. La cadena pública, que al menos tiene asegurado el músculo financiero, está al menos dando pasos y ha estrenado un formato tradicional de humor, famosos y ambiente distendido con La noche D. Dani Rovira es el anfitrión a lo Raffaella Carrá pero todavía debe cuajarse para que su protagonista reparta juego a gusto. En el estreno de este martes se han amontonado colaboradores (Resines, pelín pasado), secciones, invitadas y homenajeado: Pablo López seguro que tendrá una tienda de campaña en cada una de las cadenas y plataformas españolas. Cansa tanta ubicuidad promocional.

La noche Dno ha destacado por sorpresas o por ganchos para seguirlo en otras semanas pero ha mostrado su empeño de brindar simpatía sana y guasa contenida. Pero no es memorable para esperarlo.

Es una fiesta de amigos como las que hacen a cada rato en el canal #0, por lo que se agradece la intención en abierto de La 1. Otro asunto es que se parece demasiado a todo lo que hemos visto. Un programa personal debería tener algo de sello propio y tal vez Rovira no ha querido apropiarse mucho de la pelota. Lo mejor de la noche fue la entrevista de Pepe Viyuela a Sabina, mientras que la concurrencia de las cuatro actrices que amadrinaban el estreno parecían entorpecerse entre ellas y sin mucho que aportar. Y ha faltado guion. Golpes calculados. Todo no puede entregarse a la improvisación y a lo que genere el buen rollo. Una secundaria tan hábil como Cristina Medina puede dar más momentos y así se nos despega de La que se avecina.

El nuevo programa de La 1 ha tenido una audiencia en la media de la cadena, 9,7%, en una noche con poco que elegir de interesante entre las generalistas. Salvo hallazgos que sean muy cómplices con la parroquia familiar el espacio tiene un futuro incierto destinado a cifras cada vez más flacas.

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