Análisis

rogelio rodríguez

Cualquier cosa es posible

En la debilidad actual se basan los enemigos del sistema para aumentar su acoso a la Monarquía

El jefe de cocina del CIS, José Félix Tezanos, ex miembro de la Ejecutiva socialista y guía sociológico de Pedro Sánchez, ha congelado las salsas y apagado los fogones. Él mismo reconoce sin empacho que sus encuestas se elaboran sin aderezos científicos. El pollo con plumas y las patatas en crudo. Y así, mes a mes, hasta que las urnas canten el único resultado cierto y válido. Mientras tanto, ahí va eso. Según el último sondeo del oficial organismo, segundo de la serie, el PSOE, con el 31,6% en intención de voto, aumenta a 13 puntos su ventaja sobre el PP, que se sitúa por debajo de Ciudadanos y con un solo punto sobre Podemos. La estadística no es sustituta de la sentencia, pero es frecuente que el poder la utilice para canalizar el ánimo o como los borrachos usan las farolas.

El creciente estropicio institucional, la dimisión de la ministra Carmen Montón, las comprometedoras grabaciones a la titular de Justicia, Dolores Delgado, las continuas rectificaciones y amaños de un Gobierno rehén de grupos anticonstitucionales y separatistas, la más que discutida tesis doctoral de Pedro Sánchez... ¿no sólo no han hecho mella en el electorado, sino que ha aumentado la expectativa de voto del presidente y de su adjunto Pablo Iglesias? Claro que, como dice James Ellroy en su novela Noches de Hollywood, "la verdad es que, en un momento dado, cualquier cosa es posible".

En la debilidad del momento dado se basan los enemigos del sistema para incrementar su acoso a la Monarquía parlamentaria, uno de los pocos objetivos en los que hasta ahora no han encontrado la complicidad formal de la actual dirección del PSOE. Una situación de perfidia política que inyecta incertidumbre en la ciudadanía, propulsada por dos frentes cada vez más crecidos y antagónicos: los que abominan de España, del régimen del 78 y amenazan al jefe del Estado incluso en sede parlamentaria y una renacida derecha que se extrema en sectarios discursos impregnados de rancio españolismo. Así discurrió la sesión de control celebrada el pasado miércoles en el Congreso, con la presencia -¡Oh, sorpresa!- del excursionista jefe del Gobierno, que, al fin, tuvo a bien hacer un alto en su apretada agenda de imprescindibles viajes al extranjero. El "tono guerracivilista", según expresión de un veterano diputado del PSOE, marcó una jornada con malos presagios para la democracia.

Y si delatoras fueron, una vez más, las justificaciones del presidente Sánchez, para el que la venta de armas a Arabia Saudí -con las que se cometen matanzas como las de Yemen- es asunto de interés general y no de doble moral, y para el que el delito de rebelión ya no es aplicable a los presos independentistas, también el líder del PP, Pablo Casado, mostró que su brillante dialéctica está adobada con tics ultras y acusaciones impropias de un hombre de Estado. Ha cogido carrerilla y sus más fieles ya lo comparan con Cánovas del Castillo. ¡Uf! Tezanos se frota el mandil.

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