El culebrón de Los Alba, sin desmerecer a los Rivera-Pantoja, tampoco tiene desperdicio y, si me aprietan, más alcurnia. Cayetana de Alba, la XVIII duquesa de Alba, fue única en su especie (aristocrática) y la única mujer entre sus seis hijos, Eugenia, va tras sus pasos. A pesar de ser Grande de España y acumular títulos, Eugenia se dedica a la pintura, al diseño de joyas y y a las causas benéficas; como en su día hizo la duquesa. Eugenia acaba de cumplir 52 años y está más feliz que nunca, tanto en el terreno personal como en el profesional. Junto a Narcis Rebollo ha encontrado la estabilidad y la compañía que tanto ansiaba. E incluso con su hermano Cayetano parece que las aguas van volviendo a su cauce.

Cayetana de Alba repartió su herencia en vida para poder casarse, tranquilamente, con el que fue el último gran amor de su vida, Alfonso Díez. Tras su fallecimiento, la llegada de Carlos, el nuevo duque de Alba, fue un revulsivo en el clan. Carlos no tiene nada que ver con su progenitora, ni en carácter ni en la gestión de la Casa de Alba. De ahí que a su hermano Cayetano le sentara como un jarro de agua fría que le dijera dónde estaba la puerta (del palacio de Liria).

Las memorias de Cayetano, destapando los escándalos y trapos sucios de una familia noble en la que lo que se enseña es a callar, no sentó nada bien a ninguno de sus hermanos. Maltrato por parte de sus niñeras, infancia solitaria, desapego materno, drogas, adicciones. A Cayetano, y el resto de sus hermanos varones, les educaron a la antigua usanza de la aristocracia, sin besos ni contemplaciones. La niñez de Eugenia fue muy diferente; la pequeña de los Alba y la única niña recibió los abrazos que su madre no había dado a sus cinco hermanos antes. De ahí que no tenga traumas ni reproches. Es la menos noble de palacio, criada (casi, claro está) como el resto de niños, es la más plebeya en el mejor sentido de la palabra.

La vida palaciega no tiene que ser un regalo si no se tiene a un referente, materno o paterno, que marque el camino. El cariño fabrica cariño, no sirve de nada la formación ni la dote si no se tiene un ejemplo a seguir. Por eso Eugenia es la más duquesa de todos los Alba. Adoraba a su madre, y ella adoraba a Eugenia.

Más cerca de una reconciliación, el clan de los Alba lidia con sus más y sus menos como cualquier familia desestructurada en su origen. Cayetana hizo lo que su padre hizo con ella, y la convirtió en la mujer fuerte que era. La prensa del corazón y los programas la echan de menos, y Sevilla más aún. Todos esperan que Eugenia tome el testigo de una aristócrata que bailaba sevillanas, iba a la playa y hacía un corte de mangas a los periodistas... como cualquier plebeyo.

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