Análisis

alberto rodríguez

Caranchoas, influencers y otros caraduras

Mentiría si negara que sentí cierta satisfacción al leer la que se le está viniendo encima al youtuber que se llevó un guantazo por llamar caranchoa a un repartidor en una "broma" con cámara oculta. La Justicia pide ahora 500.000 euros de fianza para Sergio Soler, quien lloriquea lamentándose que le quieren amargar la vida. Cuando se dedicaba a ganar dinero ridiculizando a los demás no se le veía tan apenado. Por supuesto que hay gente que, sin pedir nada a cambio, realiza una labor de difusión o de humor encomiable. Pero abundan quienes buscan vivir del cuento, como los supuestos influencers que exigen comer gratis en los restaurantes a cambio de una promoción y una fotito cuqui en Instagram o que piden ropa a cambio de dos fotos pactadas con las prendas. Y es que en internet, más que caranchoas, hay caraduras.

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