La renuncia de Fernando Silva López a optar a ser alcalde de Algeciras no sólo concierne a su partido. Si hiciéramos balance de estos casi cuarenta años que han transcurrido en nuestra ciudad desde las primeras elecciones municipales, nos preguntaríamos qué pudo suceder en aquella sociedad en la que los militares tenían una presencia tan ostensible para que votara mayoritariamente a la izquierda. No era imaginable que tuviéramos un alcalde comunista y que el añorado PCE -no pierdan de vista la E- ayudado por el PSOE -sigan en la E- gobernara con toda comodidad a lo largo de cuatro años. Luego, hemos visto de todo, y comprobado que con un PSOE omnímodo y todopoderoso tampoco hay cambios que celebrar. Cambiaron los socialistas y el personal pudo constatar que la condición humana no se deja sorprender por las ideologías, en un sistema democrático.

En el poder cercano, las personas desempeñan un rol decisivo. La mayoría de los votantes no serían comunistas, ni tal vez de izquierda, pero Francisco Esteban Bautista era próximo y estimado, amén de encabezar una lista de personas de bien de las que cabía esperar un buen hacer. Es de Perogrullo que ahí está la clave. Juan Lozano Domínguez accedió a la secretaria general en la agrupación local del PSOE apenas hace seis meses, fue un acceso muy trabajado que ha tenido que superar algunas dificultades desde que el antiguo concejal decidió volver a las andadas. Mientras tanto, Silva parecía contemplar el desarrollo de la escena desde el patio de butacas. Probablemente suponía que lo suyo era hacer oposición, pero no debiera haberse limitado a eso: si no estás en el reparto no podrás participar en la representación. Perdió el paso y ahora ha debido optar por no pelear por el puesto de alcaldable. Es una pena, pero merece un gran aplauso por situar los intereses de su partido por encima de los propios. Es un gesto noble y raro que a los algecireños no debiera de pasarles desapercibido.

Lozano no lo tiene bien, desde luego, pero si hubiera habido match lo tendría mucho peor. La marca PSOE está mal, y la marca PP también. Pero Landaluce da mejor que su marca y el trabajo de la oposición apenas ha trascendido; no han hecho camino. Es de esperar que el PP ronde la mayoría absoluta. En general hay más luces que sombras en la gestión de Landaluce. Y el alcalde ha sabido generar unos cuantos golpes de efecto de esos que una buena parte del electorado recibe con entusiasmo. No hay tiempo ya de enfrentarle una opción alternativa con peso suficiente.

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