No hay derecho. No ya por la saturación de días de consumo a finales de año (que sería tema para otro artículo), sino por la invasión de términos bárbaros con la que se les denomina. Y es una tortura aprender una tras otra las palabras inglesas, y pronunciarlas bien para que nadie bromee con nuestro acento. "Que no es finfridi sino blacfridi", escuché el otro día a un parroquiano corregir supuestamente con sorna a otro. Y demasiado esfuerzo hacemos. Imaginemos que un inglés o un alemán intentaran decir, sin caer en el ridículo, las expresiones "rebajas de fin de año" o "primavera fantástica". Y aquí hartamos a gente de todas las edades y condición con vocablos que, encima, si los traduces no tienen sentido. ¿Viernes negro para designar a un día de locura consumista? "Cinco años para aprender a decir pinícula y ahora se dice flin", contaba un chiste de mi infancia.

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios