Los andaluces votaron cabreados y siguen en ese estado de enfado supino viendo cómo han comenzado las negociaciones del bochornoso reparto de nuestra Andalucía entre los partidos en liza, la mayoría de ellos perdedores en las elecciones pero, curiosamente, empeñados en no soltar la poltrona o incluso alcanzarla. Como para no seguir cabreados. Qué más da que hayan sufrido un varapalo en las urnas, pertenezcan a partidos de toda la vida o a jóvenes formaciones casi sin desgaste. Porque una dice que si no es presidenta se quedará en la oposición (un trabajo, es un trabajo). Porque otro, con solo 12 escaños, pone condiciones. Porque el de más allá sueña con gobernar a pesar de conseguir los peores resultados de la historia de su partido. La Banda del Loctite pegada al sillón mientras aumenta el cabreo de los andaluces. Pobrecita Andalucía.

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