El debate está abierto, pero habría que admirar a TVE como la corporación histórica y valiosa (más que valorable) que es para apartarse de miradas politizadas y reconocer el lugar que debería ocupar La 1 entre los espectadores españoles.

Los que defienden a los actuales gestores (y por tanto al Gobierno) justifican que el pasado miércoles La 1 cerrara el Telediario para dar paso a MasterChef Junior y que la información sobre la sobrecogedora e indignante asonada en Washington pasara al Canal 24 Horas, con Carlos Franganillo y Lorenzo Milá. Las miradas en contra del Gobierno dirán, una vez más, que TVE es un despilfarro, que la cobertura fue nefasta y que fue intolerable que a través de La 1 no se emitiera un especial (que apareció tras MasterChef, a la una, con la mayoría de los ciudadanos en la cama). De nuevo fue La Sexta la única cadena que, como ayer tarde con el temporal, tenía vivo el nervio informativo. La incorporación posterior de Ferreras fue ya de un simbolismo de suficiencia.

¿Debió contar La 1 con un especial y no con MasterChef? Sin duda sí. Por la importancia del acontecimiento y porque La 1 debería seguir siendo La 1, es decir, la primera cadena en el mando: la que por experiencia, prestigio y reconocimiento, marca el camino a los demás. El problema es que tras tantas intervenciones políticas (franquismo, UCD, PSOE, PP, PSOE, PP y ahora Podemos) TVE ha perdido el lugar que tuvo en la consideración de una mayoría de la audiencia (y algo queda, como en la superstición de las uvas). ¿Cómo debería recuperar La 1 ser de nuevo La 1? Ampliando su parcela de actualidad aunque también contemos con el 24 Horas, que no es incompatible precisamente. Si en Estados Unidos está ocurriendo el acontecimiento más desgraciado en su devenir democrático reciente La 1 tiene que contarlo. Y si hay un temporal como nunca, aunque en Madrid todo lo que les pasa siempre suena a tremendismo incomparable (defecto de catetos), también debe contarlo con abundancia La 1. Es su papel. Y es su deber.

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