Nos estamos convirtiendo en receptores masivos de mensajes. Siempre hemos sido el destino de palabras y frases, desde el momento en que nuestros padres nos estimulan para los primeros silabeos. Estar informado siempre ha sido una necesidad del ser humano, conocer qué hay dónde estamos, qué nos podemos encontrar... Lo malo es eso mismo, que ahora somos receptores pero de forma constante y estresante. No son pocos los que aprovechan el aluvión (ya sea vía Twitter, Facebook o whatsapp) para colar sus mentiras. A esto de internet se le llamó en tiempos la 'autopista de la información'. Es cierto que de autopista lo tiene todo, pero se trata de una vía de alta velocidad con la que enlazan, por desgracia, demasiadas carreteras comarcales repletas de camiones de la basura. Es una pena que una herramienta tan eficaz haya sido tan rápidamente ensuciada. Y lo peor es que esa mugre casi siempre está vinculada a manchar o exaltar ideologías, evidentemente, en el primer caso, la de los rivales y, en el segundo, las propias. Y es que nos toman por tontos.

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