Cualquier partido político que se precie que toca la miel del poder en cualquier institución viene acompañado de una pléyade de asesores de todo tipo que en la mayoría de las ocasiones, más que la especialización o la trayectoria profesional, están avalados por la fidelidad a los colores y por llevar la bufanda de hooligan de las siglas que sean. El sistema es el sistema y nadie se atreve a cambiarlo, ni siquiera los que han venido con la bandera del antisistema, que lejos de eliminarlos, los aumentan.Se convierten en la mayoría de las ocasiones en concejales, diputados o delegados en paralelo con casi más poder que el mismo político. La fidelidad cuesta dinero y colocar a los propios también. Hace ya mucho tiempo que todos los partidos dejaron de confiar en los funcionarios, aquellos que son los que mejor pueden asesorarlos porque son los que están mejor preparados. Al menos la mayoría.

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