Cuéntame regresa una y otra vez. Aunque sea la misma serie y los mismo escenarios cada temporada resulta distinta. Por eso ha cumplido 18 años en antena y les queda, si quieren los implicados, un puñado de temporadas más. En esta nueva etapa la pipiola María (Carmen Climent) se antoja como la más madura de la familia Alcántara, con el novio profesor. Y el más infantil, al contrario, es el patriarca, Antonio. Los 90 traen giros a la historia coral que necesita a todos sus personajes y que también se basta por sí sola.

Imanol Arias, que sólo tiene que sacudir las sábanas para que el padre cobre vida, aborda en estos capítulos el papel del macho herido, el marido que tenía todo seguro y atado y que al ver a su castillo saltar por los aires prefiere enroscarse en su autosuficiencia, en un pasado que ya no existe y exhibir un victimismo tóxico ante todos. Cada réplica de Antonio llega a herir a los espectadores que le han seguido durante tanto tiempo. Merche, Ana Duato sin tener nunca que ser estridente, se encuentra desconcertada ante el delirante comportamiento de su ya ex, cuando lo único que quiere es aprovechar la oportunidad de su penúltimo taxi vital. La reconciliación es ya improbable a estas alturas.

Cuéntame entra en el proceso de los malos tratos en el matrimonio principal, una experiencia que va a dejar huella entre sus seguidores. Por un lado la negación y la huida hacia adelante de quien se cree agraviado por una mujer que no se aviene a sus requerimientos; por el otro, la paciente diplomacia femenina de apaciguar toda esa marejada de desaires y afrentas. Entre ambos, familiares y amigos que ante cualquier gesto conciliador salen escaldados con la reacción de él.

En este argumento los guionistas de Joaquín Oristrell acentúan la comedia en los hijos, para complementar una relación de los mayores que se presiente más dura, con más vértices con las nuevas parejas de ambos. Qué grande es Cuéntame que la podemos descubrir y descifrar aún como si fuera una serie recién estrenada.