Cultura

El verdadero hombre del saco

Thriller, EEUU/Francia, 2012, 106 min. Dirección y guión: Pascal Laugier. Fotografía: Kamal Derkaoui. Intérpretes: Jessica Biel, Jodelle Ferland, Stephen McHattie, William B. Davis, Samantha Ferris. Cines: Ábaco, Al-Ándalus Bormujos, Arcos, Cineápolis, Cinesur Nervión Plaza 3D, CineZona, Los Alcores, Metromar.

Bastan diez minutos de proyección, la presentación fragmentada por unos intertítulos escalofriantes sobre la desaparición de niños en los Estados Unidos, el parto del niño no deseado y los títulos de crédito, para que nos demos cuenta de que no estamos ante una obra vulgar o banal. La ubicación de la cámara, los cortes de montaje y la atmósfera hacen que parezca que vemos por primera vez lo mil veces visto: la policía busca en un bosque siniestro a unos niños desaparecidos. La continuación, hasta el desconcertante final, no defraudará. Un director prometedor, el francés Pascal Laugier, se afirma como maestro de un raro gótico-psicológico (que también podría llamarse terror social) tras haberse presentado con las no gratas de verse pero muy interesantes El internado y, sobre todo, Mártires como una promesa de lo raro (¿un David Lynch europeo? ¿un Atom Egoyam francés?: mientras la veía me venían flashes de Twin Peacks y Dulce porvenir).

El escenario, en su primera producción de ambición internacional, es un pueblo minero arruinado y medio abandonado, ahogado en el fondo de un valle y rodeado por densos, oscuros bosques. Casas ruinosas, plantas invadiendo porches en los que el viento mece butacas vacías, coches herrumbrosos, columpios rotos, tipos derrotados -basura blanca hermética, egoísta, cerrada- vagando como fantasmas, laberintos subterráneos de minas abandonadas… Y una amenaza: el hombre alto, el hombre del saco, la figura siniestra a la que los pocos habitantes del pueblo muerto achacan la pesadilla que están viviendo: sus hijos desaparecen. También vive allí un ángel, es decir, un ser humano normal: la enfermera que hace el papel de médico desde que su marido, que era el doctor del pueblo, la abandonó. Y ya se sabe cuál es el papel de los ángeles: protegernos de los demonios enfrentándose a ellos. Y también se sabe quiénes eran los demonios: ángeles caídos.

Qué gran guión -complejo, lleno de sorpresas, zigzagueante, que trata al espectador como a un ser inteligente- ha escrito Laugier; que a sus muchos méritos suma el de arrojarnos al vacío en mitad de la película, tirando por tierra todas nuestras (por otra parte escasas) suposiciones y dejándonos ante una película tan distinta a la que estábamos viendo que bien podría tomarse este fantástico quiebro de guión por un nuevo comienzo. Qué bien, eficaz, contundente y antirretóricamente lo ha dirigido el mismo Laugier. Qué eficaces, secas y concisas son las imágenes. Y qué capacidad tiene este director para perfilar personajes con carga humana, definir atmósferas opresivas, melancólicas o terroríficas y convertir el cuento de terror en una indagación sobre los males morales y sociales con los escuetos medios de esa antirretórica y esa concisión que son la marca del talento. Ayudado por los talentos de unos grandes intérpretes -encabezados por una extraordinaria Jessica Biel y una desgarradora Samantha Ferris- a los que da la ocasión de profundizar en personajes complejos: ese regalo no tan frecuente que el buen actor tanto agradece.

Todo va en serio. Las escenas de acción cortan el aliento. Las de suspense hacen que nos agarremos a los brazos de la butaca. Las de terror hielan la sangre y traen a la memoria viejos miedos de bosques malignos, ogros y brujas. Y las claves morales y sociales crean un creciente desasosiego.

Lástima que habiendo tantas semanas huérfanas de buenas películas se haya estrenado entre las potentes The Master y La noche más oscura. Porque sería injusto que pasara desapercibida. Sobre todo para quienes se pierdan el mejor psycho-thriller que he visto desde El silencio de los corderos y Seven.

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