Cultura

El ubicuo señor Mc Guffin

  • Muchos directores siguieron una máxima que Hitchcock solía repetir: "En las historias de ladrones el Mc Guffin siempre es un collar, en las de espías siempre son documentos"

Aunque nunca verán aparecer su nombre en los títulos de crédito de ninguna película, el Sr. -o por ser lingüísticamente precisos- Mr. Mc Guffin, es a menudo un protagonista relevante en muchas de ellas, sobre todo, si pertenecen al género del suspense. En el libro-entrevista que el director y crítico de cine François Truffaut, publicó sobre Alfred Hitchcock, este, que es reconocido como el primer cineasta en emplear los "Mc Guffin", lo definía como la excusa que mueve a los personajes de una película: unos mapas, una fórmula secreta, un microfilm o cualquier otro artificio argumental que debiendo parecer muy importante para los protagonistas no lo es en absoluto para el espectador a quién lo que de verdad le importa son las peripecias que gracias a ese subterfugio les ocurren a los héroes o villanos de las películas.

Hitchcock lo explicaba relatando la escena de dos tipos en un tren: "¿Podría decirme qué es ese paquete que hay en el maletero que tiene sobre su cabeza?", pregunta uno. Y el otro contesta: "Ah, eso es un Mc Guffin". El primero quiere entonces saber que es un Mc Guffin y el otro se lo explica: "Un Mc Guffin es un aparato para cazar leones en las montañas de Escocia". "Pero si en Escocia no hay leones", replica el primero. "Entonces eso de ahí no es un Mc Guffin", responde el otro. Aunque el ejemplo no resulte demasiado clarificador, la idea es que se trata de un elemento (objeto, persona, acción...) que acapara la atención del espectador porque en torno a él gira la historia y, sin embargo, su importancia por sí mismo es irrelevante, solo sirve de vehículo para hacer avanzar la trama y de hecho no suele conocerse mucho sobre él cuando ya, por así decirlo, ha echado a andar el mecanismo argumental de la película.

Desde luego, fue Hitchcock el que más y mejor utilizó este recurso cinematográfico. Ya en 39 escalones (1935) aparece un Mc Guffin (un sistema para silenciar los motores de los aviones) y a partir de ahí, muchas de sus mejores obras se sustentan en evanescentes Mc Guffins. Al pobre Cary Grant lo persiguen a lo largo de todo el metraje de Con la muerte en los talones porque lo confunden con un espía y, al final vemos que todo el objetivo del malo (James Mason) es sacar del país un microfilm con ¡secretos de estado! En Psicosis el Mc Guffin son los 40.000 dólares que roba Jane Leigh y que a mitad de la película se tornan intrascendentes: su propósito era dar pie para descubrir la retorcida personalidad del propietario del Motel Bates (Anthony Perkins).

En Cortina rasgada es una fórmula matemática lo que obliga a Paul Newman a jugarse la vida al otro lado del "telón de acero". Otro sorprendente fue el premonitorio Mc Guffin que Hitchcock se jactaba de haber usado en Encadenados donde unos nazis huidos a Brasil, escondían en botellas de vino un mineral que después se demostraría esencial para fabricar bombas atómicas: uranio.

En una de sus últimas películas, Frenesí el socarrón director británico utilizo a modo de broma un sui generis Mc Guffin, quizás adelantado a su tiempo: en repetidas escenas vemos las comidas que el inspector de policía se ve obligado a ingerir por mor del gusto de su esposa por la cocina de diseño, unos platos tan sofisticados como incomibles al punto que para el inspector resulta toda una bendición el hecho de que las llamadas de Scotland Yard le interrumpan la tortura que les suponen los "exquisitos" almuerzos que le prepara su mujer.

Fueron muchos directores los que siguieron una máxima que Hitchcock solía repetir: "En las historias de ladrones el Mc Guffin siempre es un collar, en las de espías siempre son documentos". Así el truco de guión de Pulp Fitcion de Tarantino es el maletín que llevan John Travolta y Samuel L. Jackson y del que no sabremos su contenido.

En Frenético de Polanski es un pequeño artilugio electrónico lo que convierte en una pesadilla el congreso de cardiología al que acude Harrison Ford y en El informe pelícano o Los tres días del cóndor son unos vagos informes elaborados por Julia Roberts y Robert Redfort respectivamente, los que desencadenan espectaculares masacres.

Un Mc Guffin modélico se encuentra en El halcón maltés. La trama de esta enrevesada película de John Houston se centra en la búsqueda de la estatuilla de un halcón que fue el tributo que los Caballeros de Malta pagaron por la cesión de la isla del mismo nombre a Carlos I de España. Sin embargo, al final del film el codiciado halcón que tanto a dado que hablar y por la que tanta gente ha matado resulta ser solo un elemento de suspense para hacer avanzar la historia. Brian De Palma, un director tan fascinante como excesivo (Los intocables de Elliot Ness, Carlito´s Way, Ojos de serpiente...) realizó un homenaje a Hitchcock en una película tan inteligente como divertida: Doble Cuerpo (protagonizada por la hija de Tippi Hedren, una de las actrices fetiche de su maestro, una joven y, entonces, guapísima Melanie Griffith).

De Palma en un ejercicio de virtuosismo empleó a la vez dos Mc Guffins de Hitchcock: el vértigo de James Stewart en la película del mismo nombre (en este caso lo cambió por claustrofobia) y el voyeurismo del fotógrafo con una pierna escayolada (de nuevo James Stewart) en La ventana indiscreta.

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