Cultura

"Las revueltas sociales llevan 50 años fracasando, no tienen efectos en la política"

  • González Férriz habla en su libro 'La revolución divertida' sobre estos movimientos desde la década de los 60 hasta nuestros días, unos grupos que aunque "no funcionan, no significa que no tengan sentido"

Las revueltas sociales desde los años 60 hasta hoy, con el 15-M como el movimiento más reciente a analizar, están concentradas en La revolución divertida, un ensayo firmado por Ramón González Férriz, en el que reflexiona sobre los elementos que todas ellas tienen en común y sus logros.

-Al hablar de revolución social, inevitablemente nos tenemos que ir al 15-M, porque es la más reciente. ¿Quedó en algún momento claro lo que pedían?

-Creo que lo quieren todo, un mundo más pacífico, sin gente ambiciosa... En el fondo no son revolucionarios, son reformistas. Sus programas son muy incoherentes, no creo que quieran acaban con el sistema, más bien crear la ilusión de que es posible un mundo sin las desventajas que tenemos los seres humanos, por lo que es poco probable que podamos alcanzarlo.

-Por eso da la sensación de que nunca se consiguen grandes cambios políticos, como en el resto de revoluciones sociales.

-Lo que explico en el libro, con todo el respeto, es que estos movimientos llevan 50 años fracasando. Son como una ceremonia revolucionaria que yo creo que no tiene efectos en la política real. Igual me equivoco y dentro de cuatro años nos gobierna el partido revolucionario del 15-M.

-Pero no están dispuestos a utilizar las vías que ofrece la democracia para cambiar las cosas.

-Ellos tienen una visión muy básica de lo que es la democracia y creen que es participación. Y en parte lo es, pero la democracia son sobre todo procedimientos legales, no es levantar brazos en las plazas, sino procedimientos que encauzan la voluntad popular. Además, por un lado se sienten como una minoría particularmente ilustrada y fuera del rebaño. Pero por el otro lado, se sienten los representantes verdaderos del pueblo, hablan en nombre de todos.

-Y luego, en nombre de todos, volvieron a hablar las urnas y de nuevo mayorías de grandes partidos.

-Exacto, a su modo de ver, todo está viciado, sólo ellos son puros. Pero es que la vida no es pura, te metes en los partidos e inevitablemente todo es más sucio, hay ahí un trapicheo, pero es que la vida es así.

-Parece que cada década esté destinada a tener su propio grupo revolucionario.

-Y siempre con razón, que yo digan que no funcionan, no significa que no tengan sentido. Pero lo más asombroso es como repiten tácticas a lo largo de la historia y siempre fallan, pero les da igual.

-El perfil de estos revolucionarios parece repetirse.

-Sí, son jóvenes, en su mayoría imbuidos por teorías económicas y filosóficas que lo que hacen básicamente es negar la bondad de lo existente y proclamar la bondad de lo que no existe o de lo que existe en otras partes. Son movimientos muy fascinados, por ejemplo, con Oriente, con la medicina oriental, con el taichi, con el yoga. Es una fascinación un poco ingenua porque proyectan una sociedad menos materialista, más espiritual y no se dan cuenta de que normalmente los orientales viven peor que nosotros.

-Siempre se bromeaba con el hecho de que estaban en la plaza protestando y lanzaban tuits desde sus Ipad.

-Esa es otra de las paradojas, que están en contra del capitalismo pero utilizan tecnología puramente capitalista, al igual que su ropa. Están atrapados, todos los estamos, en incoherencias.

-Al menos al contar con internet parece que han estado mejor organizados.

-Hubo mucha gente por una razón objetiva, que el país está muy mal y la gente se queja y con razón. Eso por descontado. Pero es que son gente que siempre está organizada, grupos que ya existen. Las casas okupas están bien organizadas, con asambleas, cooperativas. Y eso es lo que intentaban reproducir, lo que pasa es que mantener la unanimidad en una plaza ocupada es muy difícil a menos que existan jerarquías.

-La revolución divertida es el título de su libro. ¿Se ven las pasadas más divertidas que la que nos ha tocado?

-Igual estamos magnificando lo de los 60. El mayo del 68 ahora lo vemos como la liberación, la respuesta frente la autoridad. Pero surge por muchas cosas, primero porque son jóvenes imbuidos por una filosofía y por la cultura pop. Hay un elemento de diversión, de sexo, de droga. Divertirse en sí mismo era revolucionario. Pero había un rasgo importante y que es que eran muy machistas.

-¿Está bien visto ser revolucionario?

-Vivimos en una sociedad rara. Por un lado somos conservadores, queremos bienestar material, tenemos unos valores burgueses, una manera del ver el mundo consumista. Pero al mismo tiempo, esto es manejado por los medios y por las grandes empresas a través de la rebeldía. El sistema se apropia muy rápidamente de la rebeldía porque sirve para vender. Steve Jobs fue un genio de esto... Burgueses rebeldes, que es como lo llamo en alguna parte del libro; queremos ser las dos cosas.

-Entonces, ¿podemos considerar a Sánchez Gordillo un rebelde?

-Es el caso más ejemplar de esto y es muy fascinante. Dice voy a hacer un acto contra el capitalismo, asaltar comida para dársela a los pobres. Muy discutible, pero venga, aceptémoslo. Hace notas de prensa y las manda a la televisión y se espera y cuando llegan empieza. No es un hacer un acto, es hacer un acto para que salga en la tele. Es una representación de la revolución no la revolución en sí.

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