Cultura

Una realidad muy a contracorriente

  • El artista onubense Víctor Pulido, en un importante momento creativo, sabe fustigar los muchos planteamientos espurios de nuestra sociedad

  • La muestra se puede ver en el ECCO de Cádiz

Un detalle de la serie 'Vida perra', de Víctor Pulido, que se puede ver en el ECCO de Cádiz.

Un detalle de la serie 'Vida perra', de Víctor Pulido, que se puede ver en el ECCO de Cádiz. / e. s.

Muy buena exposición la que se puede contemplar en el espacio municipal de la avenida Carlos III de Cádiz. Ya era hora de que el ECCO mostrara algo de luz en su programación artística y aportara algo más de interés que el que se viene sintiendo en estos últimos tiempos en los que muy poco hemos tenido por la escasez de compromiso de unos gobernantes para los que lo artístico no es, ni mucho menos, objeto de deseo o, dicho de otra manera, en lo referente a la creación plástica, se encuentran bastante perdidos y son poco proclives a que el arte contemporáneo ocupe un sitio importante en el contexto general de la cultura de esta ciudad. Me alegro por los amantes del arte que tienen la oportunidad de contemplar una magnífica muestra en unos espacios con evidentes signos de sequía expositiva y de ausencia continuada de buenos proyectos.

Víctor Pulido es un artista onubense suficientemente conocido y valorado en los ambientes artísticos andaluces. Su carrera ha sido larga y prolífera y ha dado muestras de una clarividencia absoluta, tocando muchos palos y adentrándose por unos esquemas conceptuales muy bien estructurados plásticamente y absolutamente sustentados desde una idea acertadamente concebida.

La exposición que se presenta en el centro artístico que mira a los bellos horizontes marinos del Atlántico gaditano nos conduce por una serie de trabajos realizados en diversos momentos de su vida artística y a los que une la ácida crítica sobre esa sociedad cuestionable, que muestra muchos perfiles y a la que él concede muchos sabios registros.

Hay que empezar diciendo que los trabajos de Víctor Pulido, contrariamente a lo que suele ser habitual en los autores que practican este tipo de actuaciones intervencionistas, dejan claras varias posiciones formales que inciden en el desarrollo conceptual de las obras y abren las máximas perspectivas artísticas. Sobre todo en sus instalaciones, el espectador agradece infinitamente ese apoyo interpretativo que el artista concede planteando diversas manifestaciones de cada una de las acciones; así observamos como las intervenciones se apoyan estructuralmente en unos dibujos que despejan dudas e inciden en el desenlace estético y significativo de las piezas.

La muestra comienza con la serie Pares anónimos, en la que, con distintas técnicas, desde el dibujo hasta la instalación, los zapatos protagonizan unas inquietantes piezas que desentrañan una metáfora sobre lo humano. Zapatos que son portadores de la esencia humana, vinculados al hombre y que hacen partícipes de su alma, de su espacio, de su presencia, de su ausencia, de su tiempo... Desde esos zapatos que reivindica, con toda la carga de ironía, la identidad de la persona, la exposición da una vuelta de tuerca a esa cáustica visión de la sociedad con una serie de esculturas que formalizan un proceso de sátira contra esa sociedad que patrocina una serie de tipos llenos de burda manifestación -torero, guardia civil, cura, 'gorrilla', delincuente, camarero, 'segurata', fiscal o 'putero'-, personajes que provocan jocosos desenlaces visuales pero que encierran, a su vez, gestos de esa esquiva realidad que manifiesta la sociedad reinante y que llegan a su extremo máximo en la representación del abogado, el político o la propia justicia que son, poderosamente, caricaturizados en la obra del artista onubense.

En la serie Banco de España, Víctor Pulido sigue en esa dura crítica a la sociedad con una inteligentísima instalación que teatraliza una particular visión de los íntimos espacios de la gran institución económica donde habitan siniestros y rocambolescos personajillos. La dura visión de la sociedad y de la escena política tienen su reflejo en otra dura -a la vez que festiva- instalación en la que un vulgar caudillo, de cómica y grotesca naturaleza, aparece arengando a un rebaño de pacientes ovejas mientras realiza, brazo en alto, el saludo fascista. Contundente visión de una política en la que abundan muchos especímenes, esquivos y a contracorriente. Por último, Víctor Pulido nos facilita, en Vida perra, una dura visión de nuestro entorno social. Los perros, de todo tipo de especies y razas, dominan una escena con todo tipo de acciones. El parecido con lo real lo separa una mínima línea que el artista diluye con sabia intención.

Muy buena exposición la que se presenta en el ECCO y que nos da cuenta del importante momento creativo de un Víctor Pulido que sabe, con justa manera, fustigar los muchos planteamientos espurios de nuestra sociedad. La muestra no deja indiferente y resulta tremendamente atractiva en continente y contenido.

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