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Una razón más para admirar a Juan Ramón

  • La Isla de Siltolá revisa los aforismos que dejó el Nobel moguereño en su vida

El profesor José Luis Morante.

El profesor José Luis Morante. / m.g.

Hay en esa inmensa obra inabarcable de Juan Ramón Jiménez un apartado importante, destacado, de sentencias y reflexiones de muy reducido formato que revelan una faceta más muy a tener en cuenta de quien ganó un premio Nobel por sus poemas inigualables. Empezó a escribir estas máximas con sólo 18 años, cuando estudiaba interno entre jesuitas en El Puerto de Santa María, y regó con ellas su trayectoria desde entonces y hasta su última época, en San Juan de Puerto Rico. Hay más de cinco mil contabilizados, algunos con similares ideas, "pero si se expulga y se quita la hojarasca, aparece un pensamiento muy fluido", en íntima relación con el ideario que marcó toda su vida y su obra. De ello se ha encargado ahora el profesor y poeta José Luis Morante, responsable de una selección de 870 de estos "pequeños pensamientos" que forman parte de Aforismos e ideas líricas, en una cuidada edición de La Isla de Siltolá.

No es nueva la idea. Ya el propio Juan Ramón, en sus últimos años, en el planteamiento de la que debía ser su magna obra, Metamórfosis, reservaba uno de sus siete pilares formales a lo que se llamaría Ideolojía, con una recopilación de pensamientos a modo de credo personal. Y el profesor Antonio Sánchez Romeralo emprendió el reto, en los años 90, de seguir las pautas editoriales marcadas por el poeta de Moguer para que por fin acabara tomando cuerpo de imprenta esa ideología personal que tanto muestra de lo que se ve también en su obra. La nueva recopilación que La Isla de Siltolá lleva ahora a las librerías se basa en ese trabajo previo, aunque con una ordenación "condicionada por el criterio selectivo del editor en la que cada texto aporta su argumentación discursiva, su concisa pretensión de verdad".

El profesor José Luis Morante (El Bohodón, Ávila, 1956) asegura que el aforismo "nunca fue un género superficial" en Juan Ramón. Más bien fue "un género literario en primer plano y con mucho protagonismo", convertido en compilación de "casi todas las ideas estéticas" que se encuentran en toda su obra. Más, incluso, "nos dicen cómo era, personalmente", desterrando la idea equivocada, "que hay que descartar de inmediato", de que se trataba de un poeta oscuro, alejado de la realidad que le rodeaba, subido a su torre de marfil.

"Juan Ramón Jiménez era un poeta tímido, verdad, de personalidad compleja, pero se definió ideológicamente de forma muy especial", explica Morante, recurriendo a su relación con la política con la guerra, por la que aún se le critica: "No estuvo en las trincheras pero se alineó con la República. Muchos de la Generación del 27 no entendieron su autoexilio y lo vieron como una huida del campo de combate".

Después de dos años indagando en los archivos, rebuscando pensamientos líricos, el profesor Morante asegura que los aforismos "pretenden dar un paso más para el entendimiento de la obra de Juan Ramón Jiménez". Dice que no hay que quedarse en la fachada y hay que cruzar el umbral, profundizar en una obra que "sigue vigente, plena", esperando que muchos le descubran como uno de los mejores autores de aforismos.

Cuenta el editor de Aforismos e ideas líricas que estos últimos meses ha participado en distintas charlas y encuentros con universitarios, sorprendidos muchos de éstos por la revelación del poeta moguereño como adelantado tuitero en su época. Porque el aforismo, asegura, es el género literario más pujante en la actualidad.

"No sé si es el influjo de internet, su naturaleza fragmentaria o la necesidad de contar con titulares inmediatos. Son frases brillantes, a modo de titulares paradigmáticos. Y muchos piensan que es de ahora, pero no es así; hay una larguísima tradición en España de aforistas".

Al propio Juan Ramón lo sitúa como uno de los nombres fundamentales del género, junto a Unamuno, Antonio Machado o Bergamín. Pero de esta faceta del Nobel "hay un desconocimiento mucho mayor", dice José Luis Morante. De ahí el efecto que produce en esos universitarios que, entre el público, en las lecturas del profesor, toman nota rápidamente, directamente escriben con sus móviles y "los difunden de inmediato". Es una nueva vida para el poeta de Moguer, de nuevo aliado de los jóvenes, de las nuevas tecnologías aquí a través de sus aforismos. Él mismo lo escribió: "Por el futuro se llega al pasado".

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