Cultura

La propiedad del mundo

Inevitablemente, debe relacionarse esta obra de Semprún, una obra póstuma, inconclusa, todavía en germen, como señala Vargas Llosa en su prólogo, con lo escrito por Jean Améry en Más allá de la culpa y la expiación. En ambos casos nos hallamos ante la indagación de un fenómeno -la tortura- en cierto modo inhumano y, en cualquier caso, insondable. Para Semprún, sobrevivir a la tortura le supuso una profunda reapropiación del mundo, un nuevo inmiscuirse en la realidad, alentado por las sevicias que había padecido, y que obraron en él como un poderoso estímulo, surgido de una aguda conciencia corporal y de la propia cercanía de la muerte. Para Améry, sin embargo, la abrumadora relevancia de lo físico a la que obliga el dolor, no fue sino el inicio de una fractura, de una vasta orfandad, de la que el hombre -el hombre Améry, nacido como Hans Mayer-, no logrará sobreponerse.

Semprún dice no entender esta falla a la que se refiere Mayer. Y con mayor exactitud, Semprún dice no querer comprender el secreto cisma que se abre o se revela con las torturas sufridas por el belga. En cualquier caso, y apartadas las particularidades de ambos, lo que Semprún establece en estas breves y emocionantes páginas no es tanto una explicación de la tortura como una genealogía moral de quienes sobrevivieron a ella sin delatarse. En este sentido, refiere Semprún que hay algo sobrehumano en el hecho de obligar al cuerpo a aceptar el dolor, contra su instinto más inmediato. Aun así, el acicate último que mueve a un hombre a soportar la tortura no es una acentuada resistencia física, sino la conciencia de una fraternidad, que induce al torturado a defender la vida de sus compañeros. Este humanismo extremo, que nace de los márgenes donde lo humano mismo se diluye es, quizá, lo más conmovedor de cuanto se dice en estas páginas. Unas páginas, por otra parte, que si bien se hallan en esbozo, poseen un fuerte peso literario, fruto de un estilo reflexivo, elíptico, muy elaborado. De esa reflexión constante sobre la propia identidad, y sobre el misterioso fluir del tiempo, se desprende no obstante una incómoda sensación de clausura. O más concretamente, la sospecha de que lo aquí narrado por Semprún es, en cierto modo y para siempre, hermético, abisal, impenetrable.

Ejercicios de supervivencia

Jorge Semprún. Trad. Javier Albiñana. Prólogo Mario Vargas Llosa. Tusquets. Barcelona, 2016. 136 páginas. 14,50 euros

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