juan bonilla

"El papel sobrevivirá, por lo menos, más que yo mismo"

  • El autor jerezano regresa a las librerías con los relatos de 'Una manada de ñus' (Pre-Textos) Una charla sobre literatura, autores olvidados, géneros maltratados y alguna nostalgia juvenil

Cada obra que publica Juan Bonilla (Jerez, 1966) llega a las librerías como una jugada inesperada de la literatura. Una curveball porque nunca se sabe por dónde va a salir. Ahora lo hace con Una manada de ñus (Pre-Textos), tras la novela Prohibido entrar sin pantalones (Seix Barral, 2013), un texto gamberro y radical sobre V. Maiakovski. Desde que publicara El que apaga la luz (Pre-Textos, 1994), el ritmo de producción y calidad ha sido imparable, le han otorgado el Premio Mario Vargas Llosa NH de relatos 2010 al mejor libro publicado en 2009 por Tanta gente sola (Seix Barral); el Premio Biblioteca Breve 2003 por Los príncipes nubios (Seix Barral) y el Premio Gaziel de Biografías y Memorias 2011 por La vida es un sueño pop. Vida y obra de Terenci Moix (RBA, 2012). Ahora, con su última entrega, cruza otra vez la charca infestada de cocodrilos, de la que sale airoso sólo para sus lectores.

-Novelista, autor de relatos, articulista, poeta, biógrafo, editor... ¿Es usted un hombre-orquesta de la literatura? Le falta escribir con los pies.

-Con los pies es con lo que yo quería escribir de verdad: por eso quise ser futbolista, pero ya ve que no, de hombre-orquesta me he quedado. Ahora en serio, lo que no entiendo es que sorprenda tanto que un escritor se dedique a escribir, y que importe mucho el género en que lo haga, porque para eso es escritor como un arquitecto hace igual viviendas que estadios de fútbol, palacios de congresos y exposiciones lo mismo que cementerios: sus herramientas le facultan para tocar todos los géneros que son en el fondo un mismo género. Así que para mí lo incomprensible es que haya escritores que sólo escriben novelas o poemas o lo que sea. Los escritores que más me gustan -Scott Fitzgerald, Nabokov, Chesterton, tantos y tantos otros- no son escritores de un sólo género.

-Llega a nuestras casas con Una manada de ñus. Usted que es tanto de símbolos, ¿qué significado global quiso dar al libro con este título?

-Los ñus tienen que cruzar todos los años el mismo río infestado de cocodrilos, y a pesar de que saben o intuyen o ven que cada año van a caer unos cuantos, la manada tiene que pasar: es más, es necesario que unos cuantos caigan para que la manada pase, si los cocodrilos no se entretienen comiéndose a unos cuantos, no pasa nadie. El símbolo parece claro, pero mi manada de ñus no se refiere tanto a un "todos nosotros", como a una especie de desfile interior en cada uno de nosotros. Es decir, esa manada de ñus está en cada uno de nosotros, todos hemos tenido que pasar muchas veces el río de los cocodrilos y hemos perdido cosas, pero sabemos que hay que seguir pasando el río para llegar a los pastos. Cada uno de nosotros no es un ñu: es una manada de ñus.

-Y muchos de los protagonistas de estos relatos escapan a las fauces del cocodrilo. Una visión bastante positiva de la vida en los tiempos que corren.

-La voz del que cuenta es siempre la voz de un vencedor. El hecho de contar ya es una victoria, aunque narres la más desoladora de las derrotas. Por eso, claro que muchos de los protagonistas escapan de los cocodrilos, porque cada uno de ellos es una manada, han perdido algo, pero siguen adelante. ¿Que eso es optimismo? Bien, me gusta saberlo. Sobre todo en estos tiempos en los que el pesimismo parece casi una imposición atmosférica.

-Algunos de los relatos de este libro parecen autobiografiados, como el que dedica a Brooke Shields o al origen de su amor por los libros. ¿Cuánto hay de su propia vida en ellos?

-En todos hay la misma cantidad de autobiografía: utilizo los hechos autobiográficos como trampolines a partir de los cuales construir las ficciones, de manera que todos ellos podrían tener algo de autobiográficos, claro, pero todos ellos son completamente ficticios.

-¿Se mueve usted mejor en las distancias cortas (por los relatos o poesía) que en las largas (obviamente, novelas)?

-Si me pregunta por los resultados, no soy quién para decidir. Si me pregunta por el placer del movimiento me muevo mejor cuando me muevo, da igual si las distancias son cortas o largas, a veces me gustan los paseos cortos, otras veces me apasiona meterme en una caminata de cuatrocientas páginas. No escribo por obligación más que artículos y reportajes, así que todo lo demás, relatos, novelas y poemas, los escribo porque me gusta moverme.

-Respecto a su última novela, Prohibido entrar sin pantalones, la libertad de Maiakovski, ¿le ha aportado algo a su proceso poético o narrativo?

-Creo que mucho, aunque quizá sea pronto para decirlo, no lo sé. No es un poeta que me guste especialmente, eso es verdad, pero carece de importancia, a veces nos influyen autores que ni siquiera nos parecen convincentes, porque al estudiar sus mecanismos observamos con mucha más claridad nuestros propios mecanismos. De Maiakovski me gusta sobre todo esa ambición mediante la cual al poema no le importa en absoluto dejar de ser poema para convertirse en cuento o en sátira, y aunque su voz un poco engolada no va conmigo, me interesa ese personaje desbordado y desbordante que cree que se puede hacer poesía viviendo, que el lugar verdadero de la poesía es la vida (aunque luego él se pasara la vida escribiendo libros).

-En esa obra habla de un tiempo en que la literatura se vivía de un modo más cafre, más apasionada, ¿echa de menos esa manera de encarar el oficio?

-Hombre, depende. Lo que me está preguntando en realidad es si echo de menos ser joven, porque yo cuando joven, con José Mateos, en Diario de Jerez, también éramos bastante cafres, y hasta nos llevaron una vez a juicio. Y no, no lo echo de menos, lo recuerdo con mucha simpatía, desde luego, pero no lo echo de menos. La juventud, creo, casi siempre aborda la literatura, cuando la aborda, los que la abordan, con fiebre y pasión, lo que te lleva a ser cafre de vez en cuando. Igual en 1912 que en 1988. Naturalmente con distinto eco y notabilidad, dependiendo del lugar: en Rusia la literatura ha sido siempre una cosa muy seria. Aquí, no tanto.

-Igual que la exitosa Nadie conoce a nadie, ¿para cuándo se llevará al cine alguno de sus relatos?

-Me temo que la única respuesta realista a esta pregunta es nunca.

-Háblenos de autores de los que apenas se habla y se merecen un sitio en nuestras librerías.

-No sé, soy muy partidario de que la gente se equivoque sola, haga sus elecciones, rescate por su cuenta y riesgo. Una biblioteca es un lugar donde el orden del mundo que hay ahí fuera queda anulado. El mundo te vocifera que los grandes autores son mengano y zutano, y tú en tu biblioteca decides quiénes son los grandes autores. Según eso, en mi biblioteca, aunque los manuales digan otra cosa sobre el cuento español del siglo XX, parecería que el gran cuentista del medio siglo es Daniel Sueiro, al que poca gente conoce hoy, los manuales podrán decir que los grandes poetas de los últimos treinta años son Gamoneda y Valente, mi biblioteca dice otra cosa muy distinta.

-Y respecto a los géneros..., ¿cuál está falto de cariño por parte de escritores o lectores en general?

-No sé, creo que la poesía ya casi la leen solamente los poetas, y me parece una pérdida honda y un poco estúpida.

-Como editor, escritor y amplio lector, ¿cómo han afectado las nuevas tecnologías a estos tres aspectos de su vida literaria? ¿Qué futuro le augura al papel?

-Todo el mundo se ha dado cuenta ya de que el negocio editorial se viene abajo, y que su canto del cisne consiste en seguir publicando libros como si nada significase que se devuelve el 65 por ciento de lo que se distribuye. Como editor me afecta poco porque en Zut Ediciones editamos muy pocos libros al año y con tiradas reducidas: es casi más un vicio que un negocio. Como escritor me ha afectado mucho, como a todos. No sé, como no sabe nadie, por dónde irán los tiros. Pero creo que el papel sobrevivirá, por lo menos más que yo mismo. Por si las moscas, de todas maneras, como lector, creo que ya tengo los suficientes libros como para saber que si no se vuelve a editar un libro en papel nunca más, a mí no me van a faltar libros.

- ¿Qué siente por su tierra natal? En Una manada de ñus hace algunos recorridos nostálgicos por algunas de sus calles..., y cines. ¿Qué le aportó literariamente hablando?

-Hombre, literariamente fue muy importante, claro que sí, ya te digo, la librería Alternativa, la librería Papel y Tinta, los recitales que organizaba Miguel Ramos en una bodega y donde vi a Fernando Quiñones, la revista Fin de Siglo, de Francisco Bejarano y Felipe Benítez Reyes, las tertulias en casa de Bejarano, José Mateos, el suplemento Citas; muy importante y fundamental, sin duda alguna. En cuanto a qué siento, no sé qué decirle, hace muchos años que no vivo allí, hace años que no voy, así que la recuerdo con harta nostalgia, no por la ciudad en sí, sino por la adolescencia y juventud que en ella gasté, y supongo que eso es lo que se transparenta en el libro.

-¿Se acerca ahora a lo que se produce literariamente en Jerez? ¿Qué opinión tiene del reciente Premio Cervantes José Manuel Caballero Bonald?

-No estoy muy al tanto. Sigo a José Mateos en sus libros y en su blog, le perdí la pista a Bejarano, me han dicho que hay unos cuantos buenos poetas jóvenes pero no los he leído aún. En cuanto a José Manuel Caballero Bonald, qué voy a decirle, más allá de que sea autor de una novela tan imposible de encasillar y tan radiante como Ágata Ojo de Gato, es una persona a la que aprecio muchísimo, lo que quiere decir en esencia que sus triunfos me dan alegría.

-Con tantos frentes abiertos, ¿cómo identifica el momento exacto para cada cosa? Es decir, ahora se siente que debe escribir novela, ahora poesía, ahora un guión... ¿En qué está inmerso ahora?

-Lamentablemente no son tantos frentes abiertos como parecen. Los artículos vienen cuando vienen, porque alguien se ha muerto o a alguien le han dado un premio o han traducido por fin los cuentos no traducidos de Stanislaw Lem o lo que sea. Es decir, son encargos del periódico en el que colaboro. Los relatos los escribo después de darle muchas vueltas. La novela exige una constancia y una seguridad en lo que te vas a meter que el relato quizá no, porque al fin y al cabo si te das cuenta de que el relato no funciona, a la papelera y en paz, pero ¿quién se atreve a tirar a la papelera una novela en la que has estado años trabajando? Yo desde luego me atrevo, pero duele mucho, así que hay que estar muy seguro de adónde va uno cuando empieza una novela. Los poemas son también encargos: sólo que no me los encarga el periódico, sino yo mismo.

-¿Qué le queda pendiente por hacer?

-Si pensara que no me queda nada por hacer me deprimiría inmediatamente. Así que mucho, me queda mucho por hacer.

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