Cultura

El pálpito de las músicas del mundo

  • Jimena reúne en la segunda jornada de su festival las melodías judías de Kroke, el abrazo de las notas andalusíes y el flamenco de Chekara y la Cuba tradicional de Cubaneo · Vlaskalic gusta en el Santuario

Las músicas del mundo siempre han palpitado en el festival de música de Jimena. No se entiendan como tales las músicas provenientes de distintos países, que también, y para ello el certamen presume de internacionalidad en su nomenclatura. Se trata de esas músicas entroncadas con las más profundas raíces de sus orígenes. Es el caso del grupo Kroke, que anoche presentó su espectáculo de música judía en el Llano de la Victoria. Música yiddish, más en concreto klezmer, que coquetea con notas sefarditas y le guiña el ojo al jazz. Fue una de las grandes apuestas del certamen de este año y los polacos, con sus camisas blancas y sus sombreros negros de uniforme, no decepcionaron.

Kroke significa Cracovia en yiddish y en la ciudad polaca nació esta banda en 1992. Está formada por tres Tomasz, Lato (contrabajo), Kukurba (viola) y Grochot (percusión) y Jerzy Bawol (acordeón). En Jimena demostraron por qué entre sus fans se encuentra gente como Steven Spielberg o Ben Kingsley, pese a que el sonido se la jugara en alguna ocasión.

No se trata de una propuesta ortodoxa de música tradicional judía y polaca, sino que los músicos aportan de su cosecha y su propio acervo para, sin perder la distinción yiddish, sonar personales. Y transferibles, pues logran conectar con el público.

Antes del momentoKroke en el Llano la jornada se había puesto a rodar, como es habitual, en el Santuario Reina de los Ángeles con música clásica. La protagonista fue la joven guitarrista serbia Sabrina Vlaskalic, que ofreció un programa con piezas de François de Fossa, Juan Sebastian Bach, Joan Manén, Albert Cano y Dionisio Aguado.

A Vlaskalic, de sólo 20 años, le perdieron la maleta en el aeropuerto y se disculpó por dar el recital en ropa de calles. El Santuario fue un escenario idóneo para el ambiente que creó la serbia a las cuerdas.

La de ayer también fue la jornada en la que el popular Paseo rompió de música. Primero lo hizo con la orquesta de Tetuán Chekara. Otro regreso a las músicas del mundo, en esta ocasión que suenan tan familiares. El espectáculo del grupo es una mezcla de sones andalusíes y flamencos. Un laud y un quejío casan como pocos pueden imaginar. A la formación, que puso en marcha en 1958 Abdessadak Chekara, se unieron ayer los artistas flamencos Alicia Acuña, Vicente Gelo, Raúl Cantizano y Ángeles Gabaldón, ésta última bailaora. La orquesta plantea en su espectáculo una búsqueda del nexo de identidad de dos músicas diferentes en apariencia, pero muy semejantes, alumbradas en dos culturas que casi se dan la mano geográfica e históricamente.

Después de la orquesta Chekara le tocó el turno en el escenario del Paseo a unos viejos conocidos del festival, la New Orleans Jump Band, que volvió a dar muestras de su sentido del humor. Y de su buen jazz dixieland. La historia de estos músicos arraigados en la Costa del Sol es muy curiosa. De tocar en bares y bodas de alto copete saltaron gracias a su calidad a distintos festivales.

Tenía previsto cerrar el día, ya a altas horas, el grupo Cubaneo, un cuarteto de música tradicional cubana. En su repertorio se incluyen temas de la vieja y nueva trova, sones, boleros, habaneras, guajiras. Jimena pudo recordar una reciente edición, que dedicó a la música de Cuba. La presencia de Cubaneo, y la de hoy de El deschave, responde a un acuerdo entre el Ayuntamiento y La Caixa. Ambas actuaciones han sido posibles por medio del proyecto Diversons-Música para la Integración.

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