Cultura

De los límites del honor y el poder

  • Teatro Clásico de Sevilla recupera en la capital andaluza su premiada versión de 'La Estrella de Sevilla', una obra atribuida por algunos a Lope de Vega y que estará en cartel hasta el día 22

Sevilla, siglo XIII: el rey Sancho IV de Castilla, apodado El Bravo, visita Sevilla por primera vez y durante un paseo por las calles de la ciudad se encapricha tan salvajemente de una hermosísima mujer, que no duda en hacer uso de todas las prerrogativas de su cetro para hacerla suya, a pesar de que ella, hermana del caballero y noble local Bustos Tavera, está enamorada sin remisión de un joven y bello hidalgo, Sancho Ortiz. Esta leyenda medieval, que acaba trágicamente -no escasean en ella el deseo y su reverso tenebroso de los celos, las artimañas y traiciones, los destinos aplastados por la irrupción de una fuerza azarosa e implacable ni, por supuesto, la sangre que vilmente se derrama a borbotones-, inspiró a comienzos del XVII una obra de teatro, La Estrella de Sevilla, que algunos atribuyen a Lope de Vega (aunque otros, en cambio, señalan a Andrés de Claramonte).

La compañía Teatro Clásico de Sevilla presentó en la pasada Feria de Palma de Río su versión de esta pieza, que recibió cuatro de los Premios del Teatro Andaluz-SGAE que se entregan anualmente allí (dirección, dramaturgia, escenografía e iluminación), y ahora, desde esta misma noche hasta el próximo día 22, la representa en el patio de la Torre de Don Fadrique, recientemente abierta al público como nuevo espacio cultural tras varios años en rehabilitación. "Es una de las tragedias más importantes de nuestro teatro del Siglo de Oro", dice Alfonso Zurro de esta obra sobre "el honor y el poder" que él se ha encargado de adaptar y dirigir. "Es una obra muy interesante desde el punto de vista político para su época, porque frente al poder absoluto que tenían en aquel entonces los reyes, la obra introduce un concepto más propio de la modernidad, pues cuestiona la legitimidad del poder cuando éste deja de ser justo; muestra al ciudadano que se enfrenta al poder, o mejor dicho al abuso de poder, y lo hace además tratando el tema de una forma muy clara, muy directa y sin ambigüedad", añade el dramaturgo salmantino afincado en Sevilla sobre esta producción que ha conseguido además dos candidaturas a los Premios Max 2015 (escenografía y vestuario).

En la controversia sobre la verdadera autoría de la obra, Zurro es de los que opinan que hay elementos, como "la belleza y el ritmo del verso en algunos momentos", que invitan a pensar en Lope de Vega al otro lado del texto; aunque hay otros, admite, como por ejemplo "algunos personajes anecdóticos que no aportan nada a la trama", y que él en su versión ha eliminado, que no refuerzan esa hipótesis precisamente. "De todos modos, eso es lo que ocurría normalmente en el teatro de aquella época", explica Zurro: "Los textos pasaban por varias manos, y muchas veces se revendían sin el nombre del autor. Yo mismo tengo una edición de La Estrella de Sevilla sin firma alguna. Además era bastante frecuente que las compañías del momento ajustaran el texto a sus necesidades, y con toda tranquilidad ampliaban algunas partes del texto para el lucimiento de un actor, pongamos por caso, o suprimían fragmentos enteros".

La intervención de Zurro en esta versión ha sido bastante más respetuosa, y al margen de esos personajes suprimidos porque "no aportaban realmente nada", su labor en este aspecto se ha centrado en "clarificar el lenguaje para que llegue sin dificultad al espectador actual". "Este tipo de obras siempre tienen mucho texto y no todo el mundo está acostumbrado, y el diálogo en verso ha de fluir muy claro y con musicalidad para que suene natural", dice, aunque advierte igualmente de que, hecho ese mínimo esfuerzo, la escritura en verso del Siglo de Oro es precisamente uno de los placeres específicos de este teatro.

"Tragedia barroca que puede ser vista desde planteamientos comunes a los de una tragedia clásica y expuesta desde el esquema griego", como la define su director, La Estrella de Sevilla está interpretada por Rebeca Torres (Estrella), Manuel Monteagudo (Rey Don Sancho), Moncho Sánchez-Diezma (Bustos Tavera), Pablo Gómez-Pando (Sancho Ortiz), Antonio Campos (Don Arias), Alicia Moruno (Criada) y Manuel Rodríguez (Corifeo/Alcalde). El diseño de vestuario y escenografía, obra de Curt Allen; la iluminación, de Florencio Ortiz; y el "espacio sonoro", a cargo de Jasio Velasco, responden a la concepción que Zurro tiene del teatro clásico, "que no conlleva en ningún caso hacer un teatro antiguo ni fuera de epoca". "La puesta en escena, de hecho, es muy contemporánea", continúa el director de esta obra que transcurre en unas calles de Sevilla y en un Real Alcázar que se recrean en "un escenario desnudo" en el que las varas de mando, símbolos más que elocuentes del poder, van dando forma a los distintos espacios donde transcurre la acción.

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