Cultura

La lectura como experiencia

  • La literatura infantil y juvenil es la gran puerta por la que los chavales se pueden adentrar en los secretos y la magia de los libros, las aventuras, la imaginación y la creatividad

La única cosa en claro en el turbión de cifras con que tienen a bien ilustrarnos ciertas estadísticas es que en España se lee más que antes, pero no lo suficiente. O sea, que hay un público de lectores mayor, aunque el porcentaje de éstos respecto a la población continúe siendo irremediablemente bajo. En tal escenario, por supuesto, el objetivo principal es la forja de nuevos aficionados entre niños y adolescentes; el desafío, convencerles de que un buen libro puede ser tan entretenido como cualquier videojuego y más beneficioso, a buen seguro, que el mejor de ellos. En una página late, o pudiera latir, tanta acción como en una pantalla y exige, siempre, más inteligencia y osadía que los mandos de un teclado.

Ese es el cometido de proyectos y premios como El Barco de Vapor o Gran Angular que, en el año saliente, han cumplido su décimo tercer aniversario de vida en el escaparate nacional: el fomento de una literatura específica para las generaciones más jóvenes. Mucho ha llovido en estas tres décadas y, según sentencia el refrán, no siempre lo habrá hecho a gusto de todos. No obstante, si repasáramos el palmarés de ambos galardones no tardaríamos en tropezar con figuras señeras del género infantil y juvenil en nuestro país: Jordi Sierra i Fabra ha recibido el Gran Angular en tres ocasiones, Laura Gallego García se ha hecho con El Barco de Vapor en dos. En pocas palabras, los premios han sido un trampolín para las voces más agradecidas por los más jóvenes. La lectura como entretenimiento y aprendizaje, hemos dicho. La cuestión no se queda en promesa. Con motivo de su 30 aniversario, la Fundación SM ha decidido donar a la Campaña Mundial por la Educación el 70% de los beneficios de los dos libros premiados en 2008, dos obras atractivas en donde, como viene siendo habitual en la historia de SM, se mezclan sin rencor lo viejo y lo nuevo.

El premio El Barco de Vapor de literatura infantil ha ido a parar a El secreto de If de Ana Alonso y Javier Pelegrín. Este título, que se beneficia de unas originales ilustraciones de Marcelo Pérez, recurre a una familiar imaginería de caballeros y dragones, príncipes y princesas, hadas y hechiceros, palacios y mazmorras para reivindicar el papel de la imaginación en la formación de la persona.

El texto, bien llevado, está planteado sin complicaciones, como exige el potencial destinatario del mismo, pero al lector curtido no se le escaparán guiños a clásicos del género de aventuras, uno ya implícito en el título, o a monumentos de nuestras letras como La vida es sueño. El secreto de If golpea el clavo dorado que sostiene el andamio: la vida en la ignorancia no es digna de llamarse tal, dice uno de sus protagonistas, y uno de los más hermosos vehículos de conocimiento, esto lo añadimos nosotros, uno de los más hermosos artificios imaginados por el hombre para el hombre, pues en la naturaleza nada hay que se le parezca, es el libro.

No es casual que éstos sean tan importantes para los personajes de El secreto de If o decisivos para los de Zara y el librero de Bagdad de Fernando Marías, un autor bregado en estos menesteres, ganador del Gran Angular. El protagonista de esta novela es un escritor de encargo que acepta la invitación de un anciano de corregir un manuscrito en el que, entre otros avatares, se evoca su encuentro con Antonio Machado en Colliure, poco antes de morir el poeta, en 1939.

Marías levanta una tolvanera de historias alrededor del lector. En el tiempo presente del narrador se introducen los recuerdos de niñez del anciano, una historia de intriga sobre un asesino en serie en Barcelona durante la Guerra Civil, cuyo colofón es la entrada de la reata franquista en la Ciudad Condal, la huida a Francia a través de los Pirineos y los días compartidos, pocos pero intensos, con el poeta sevillano.

A esta intriga, luego, viene a sumársele la de unos inmigrantes de origen árabe en Madrid, que pone la Guerra de Iraq en primer plano. Al entretejer estos avatares, Fernando Marías lanza un mensaje transparente contra la guerra: Todas, en el fondo, son iguales. Y así, a la idea de aventura, añadimos la de la lectura como acción y compromiso.

En fin, como experiencia.

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