CRÍTICA 'EL SECRETO DE ADALINE'

El imparable ascenso de Blake Lively

el secreto de adaline. Drama, EEUU, 2015, 112 min. Dirección: Lee Toland Krieger. Guión: J. Mills Goodloe y Salvador Paskowitz. Fotografía: David Lanzenberg. Música: Rob Simonsen. Intérpretes: Blake Lively, Michiel Huisman, Harrison Ford, Ellen Burstyn, Kathy Baker, Amanda Crew, Lynda Boyd, Hugh Ross, Richard Harmon, Fulvio Cecere.

Esta rara y agradable película, que parece estar situada en algún lugar impreciso entre los relatos míticos y cuentos en los que una criatura inmortal renuncia a serlo por amor, Entrevista con el vampiro y el universo romántico de gran tirada de Nicholas Sparks (sea o no casualidad, uno de sus dos guionistas, J. Mills Goodloe, fue el encargado de adaptar al cine Lo mejor de mí), convence sin entusiasmar gracias a la sobria y ajustada dirección de Lee Toland Krieger -que debuta con esta película en España tras haber demostrado su destreza para historias románticas con Celeste and Jesse Forever, no estrenada aquí-, por su gran reparto que une edades y registros dispares (desde el guaperas de moda y tronista -de Juego de tronos, no se asusten- Michiel Huisman y la belleza Old Hollywood oficial Blake Lively hasta los veteranos Harrison Ford, Kathy Baker y Ellen Burstyn) y sobre todo por la muy buena interpretación de Blake Lively. Tras unas primeras películas más bien desastrosas, Ciudad de ladrones de Ben Affleck descubrió en ella un talento dramático insospechado que en pocos años la ha encumbrado como una belleza de gran poderío ante la cámara y una actriz más que prometedora. El secreto de Adaline es un paso más en una carrera que dará otro mucho mayor cuando Woody Allen la dirija en su próxima película.

El motivo clásico del ser inmortal que renuncia por amor a una eterna juventud está tratado con ligereza romántica por el guión y con desapasionado buen oficio por la dirección -lo que de todas formas se agradece: mejor el artesano consciente de serlo que el memo que se cree genio-; pero con absoluta seriedad y entrega al personaje por parte de Blake Lively. Le ayudan poderosamente -dando credibilidad a su interpretación y dando a la película texturas y ambientes de unas calidades muy superiores a su propio tono- la extraordinaria fotografía de David Lanzenberg (al que descubrimos con La señal) y la igualmente extraordinaria dirección artística de Claude Paré (consagrado por su gran trabajo en El origen del planeta de los simios). Dada la naturaleza de viaje a través del siglo XX que tiene la película el cuidado de la luz, los decorados y el vestuario reviste la mayor importancia. Así Lanzenberg y Paré son los responsables de que el gran trabajo de Lively no se diluya en el pastelito que sin ellos tal vez hubiera podido ser esta película.

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