álex medina. escritor

"El gusto por el western hace que mis favoritos sean los perdedores"

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  • El cierre de la trilogía que empezó con 'Una aventura pop' une tres tramas diferentes

El escritor isleño Álex Medina.

El escritor isleño Álex Medina. / david mudarra

-Quien haya empezado leyendo 'Una historia pop' y 'La dama blanca del Mississippi' no imagina que el cierre de la trilogía sea tan distinto en trama y estructura.

-Digamos que, desde hace mucho tiempo, tenía la idea de escribir algo de la Guerra Civil estadounidense. Por franja cronológica, sí que era un pelín más natural situarla en el transcurso de los hechos de las dos primeras novelas: puedes ver una continuidad. De hecho, esos fueron los primeros capítulos que escribí.

-Y luego salta al escenario de nuestra Guerra Civil.

-Quería hacer una especie de juego de espejos entre ambos conflictos, igual que entre la primera novela y la segunda hice un juego entre el asedio de Cádiz en la Guerra de Independencia y el asedio de Nueva Orleans. También, después de haber criticado la temática durante mucho tiempo (creo que todos los de mi generación tenemos ese chip de "otra maldita novela sobre la Guerra Civil") quería ver cómo podía hacerlo, y qué podía aprender en el camino. También te digo que es la parte en la que más me he mordido la lengua, en la que más he editado y en la que menos bromas he podido hacer.

-Y, ¿qué ha aprendido?

-Que, por supuesto, no es lo mismo escribir algo sobre lo que pasa en tu barrio, que tienes que ir con mucho más cuidado. A mí me ha influido a la hora de elegir cómo contarlo: exceptuando el primer capítulo, las historias de la Guerra Civil recrean, respectivamente, una novela de Hemingway y una obra de teatro. En una, retomo el juego de la mistificación del conflicto y, en la otra, son los personajes los que hablan.

-Otra diferencia, para el que haya seguido la trilogía, es la ausencia de canciones en los capítulos. Aunque sea un 'Final en blues'.

-Los sustituí por versos porque pensé que era más lógico siguiendo el título de la novela. También me parecía un gancho distinto, el poner banda sonora actual a escenas del pasado, y ahora que asomaba la época actual, pues cambiaba el tercio a poesía. De todas formas, tengo pensado colgar alguna lista.

-¿Cómo surgió la fascinación por la historia norteamericana, tan presente aquí y en 'La dama blanca'?

-Pues todo empezó, como suele, de la manera más simple posible: en mi caso, como amante del western y el cine norteamericano. Las "rutas pop" -los distintos viajes en coche por todo Estados Unidos- comenzaron en 2013 y han continuado hasta hoy. De toda la propia mistificación que tienen en Estados Unidos sobre su historia de forja y frontera me entero en Little Bighorn, y a mí siempre me ha atraído mucho ese afán de ir hacia lo desconocido. Luego, los norteamericanos sí que son mucho más respetuosos con el tema de revisar la historia; aquí en Madrid, en el Parque del Oeste, por ejemplo, aún se ven defensas de la Guerra Civil; o donde termina el teleférico, es desde donde disparaban a la capital, que resistió tres años de asedio brutal... Pero no hay señal de nada. Tras vivir veinte años en Madrid, también quería dejar constancia de aquello, ya que tampoco hay muchos acercamientos a ese episodio. En Gettysburg, te encuentras con veinte mil monumentos a confederados y a yanquis porque, ¿cómo los van a poner en otro sitio? Curiosamente, este afán por el respeto histórico de Estados Unidos ha hecho que el único monumento conmemorativo y contemporáneo de la Constitución de 1812 esté en la localidad de San Agustín, en Florida: Fernando VII ordenó que se destruyeran todos, pero los vecinos decidieron conservarlo y ponerlo en contexto.

-Es sorprendente el rastro de nexos y similitudes entre Cádiz, España y Estados Unidos que va mostrando.

-Si hubiera ambientado la novela en Nuevo México, pues la influencia estaría clara. Pero he buscado reivindicar la huella española en gran parte del resto de EE.UU., que es bastante profunda: Nueva Orleans, la zona del Mississipi...

-De entre todos los hermanamientos, el más natural sería entre Cádiz y Nueva Orleans.

-Tienen una forma idéntica de afrontar y de entender la vida. Y las dos, en su época gloriosas, han sido arrinconadas por la historia.

-Bajo toda el relato, subyace el mensaje de que hay gente dedicada a escoger, por empecinamiento inconsciente, las batallas perdidas.

-Mis protagonistas se dedican a estar, durante dos siglos, en el bando equivocado, y al final se cuelan entre los últimos habitantes del planeta, con lo que hay cierta justicia poética en todo. También esa querencia hacia el western hace que los perdedores me atraigan muchísimo más que los ganadores. Los personajes de la trilogía ganaron el asedio de Cádiz, pero no les sirvió de nada, porque se restauró el absolutismo; y ganaron el asedio de Nueva Orleans, pero no les sirvió de nada, porque los echaron por piratas.

-En esta novela, las protagonistas vienen a unirse al puñado de mujeres tremendas que pasan por toda la trilogía. Son ellas las que mueven la historia. Carmen, la matriarca, recuerda a... ¿la princesa Leia?

-Un poco (o mucho) de Leia había en Carmen (y en toda la dinámica del trío inicial en relación con la trilogía original de La Guerra de las Galaxias). Casi todas ellas pueden permitirse el lujo de hacerse las rebeldes porque tienen dinero, claro. La única humilde es Carmencita, la enfermera (aunque en la novela ya aparece reinando).

-Y al final, también, el asedio.

-Al final, siempre volvemos a lo mismo. La historia comienza en un asedio y termina en otro asedio. Aunque la novela de cierre sea la más independiente, todo es muy circular. También en el registro de mis filias... lo único que me ha faltado es una nave espacial y... casi.

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