Crítica de Cine cine

El éxodo de 1940: otra suite francesa

MAYO DE 1940

Drama, Francia, 2015, 114 min. Dirección y guión: Christian Carion. Fotografía: Pierre Cottereau. Intérpretes: August Diehl, Olivier Gourmet, Mathilde Seigner y Alice Isaaz.

En cuatro días, entre el 10 y el 14 de mayo de 1940, los alemanes conquistaron Holanda y Bélgica, disponiéndose a invadir Francia. El 10 de junio el gobierno francés abandonó París, el 22 los nazis desfilaban por los Campos Elíseos y el 23 Hitler se fotografiaba ante la torre Eiffel. Francia quedó partida en dos, el norte y toda la costa oeste ocupado por los alemanes y el sureste bajo el mando pronazi y colaboracionista de Petain. En poco más de un mes todo había acabado. Rápida y confusa -los comunistas franceses, siguiendo órdenes de Stalin en virtud del pacto germano-soviético, facilitaron la ocupación de Francia, mientras al principio los ultraderechistas nacionalistas se enfrentaron a los alemanes- la caída de Francia provocó uno de los mayores éxodos del siglo XX, la huida hacia el sur de ocho millones de personas que abarrotaron las carreteras y los caminos, en vehículos o a pie, huyendo de los alemanes que se entretenían en ametrallar desde los aviones las caravanas. Dos testigos extraordinarios contaron en directo, a través de la crónica y la novela, estos hechos: nuestro Chaves Nogales en La agonía de Francia (1941) e Irene Nemirovsky en Suite francesa (1942).

Este es el marco de Mayo de 1940, pequeña gran película llena de autenticidad histórica, verdad humana, emoción dramática y ternura. No es fácil hacer compatibles estos elementos. Sin embargo Christian Carion, buen director al que debemos apreciables películas sentimentales (La chica de París), bélicas (Feliz Navidad) y de espionaje (El caso Farewell), lo consigue. En parte por su propia conexión emocional con lo que cuenta: su madre, a la que está dedicada la película, fue uno de esos ocho millones de prófugos. Y es importante que lo haya logrado porque, además del hecho histórico que siempre conviene recordar, esta película, a través de las desventuras y aventuras de personajes comunes enfrentados a situaciones excepcionales, trata de la dignidad frente a la barbarie, de la resistencia de la bondad frente a la maldad triunfante; en definitiva, de lo que tan exactamente expresó Burke en su famosa frase: "Para que triunfe el mal, solo es necesario que los buenos no hagan nada".

Un comunista alemán debe huir de Alemania con su hijo en 1939. El pacto entre Hitler y Stalin, firmado ese año, no supuso el fin de la persecución nazi; muy al contrario, Stalin le entregó a los comunistas alemanes que se habían refugiado en la URSS. Halla refugio en un pueblo francés. Al inicio de la guerra es detenido por las autoridades francesas, dejando el niño al cuidado de la maestra del pueblo. Se produce la caída de Francia y con ella el éxodo de los ocho millones de aterrorizados franceses huyendo de los alemanes. Las gentes del pueblo han de abandonarlo todo. Con ellos va el niño. En el caos los presos han sido liberados y el padre se lanza a la búsqueda de su hijo entre la fugitiva marea humana. Se incluyen dos historias paralelas -la del joven soldado alemán y la del cineasta nazi que está filmando un documental de propaganda- que ayudan a definir mejor el momento histórico, sus víctimas y sus verdugos.

A la muy sobria realización de Christian Carion, que logra dentro de su voluntaria contención momentos de una intensa emoción, se suma la igualmente sobria y eficaz partitura del maestro Ennio Morricone. Un lujo.

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