Cultura

"El sueño de un chaval que quiso ser torero culminará con esta corrida"

  • El diestro afincado en Algeciras celebra mañana vestido de luces en la plaza de toros de Villaluenga su cuarenta aniversario de alternativa, un historial brillante donde destaca diez puertas grandes en Madrid

El matador de toros Francisco Ruiz Miguel celebra mañana en la plaza de toros de Villaluenga del Rosario cuarenta años como matador de toros. Una fecha en la que el diestro afincado en Algeciras conmemora vestido de luces junto a Ortega Cano y Juan Antonio Ruiz Espartaco con una corrida de Núñez del Cuvillo. El diestro de La Isla culmina de esta manera un brillante historial en el que destaca 10 salidas a hombros en Las Ventas y la lidia de 300 corridas de las divisas más duras.

-No todos los días se celebra cuarenta años como matador de toros. ¿Qué significa esta corrida para Ruiz Miguel?

-Significa mucho. Es el sueño de un chaval que quiso ser torero hace cuarenta años y que culminará mi carrera como torero. Cumplir estos años de alternativa con esa llama viva en el corazón de querer torear y participar en este evento tan importante es algo muy bonito. Estoy tan ilusionado como el primer día que cogí el coche para viajar hasta Barcelona para tomar la alternativa. Es un momento para disfrutar y los tres vamos con una gran ilusión.

-Mañana será un día para disfrutar y Ruiz Miguel no se va a dejar ganar la pelea.

- Los tres vamos a darlo todo y no vamos a dejarnos ganar la pelea. Somos de una generación de toreros muy importantes. Ortega Cano lleva treinta y cinco años como matador de toros y Espartaco treinta. En nuestra época además había una baraja de toreros impresionante, tres generaciones distintas y todos eran grandes toreros. Fíjate que yo he toreado con maestros como Antonio Bienvenida, Luis Miguel Dominguín o Antonio Ordóñez y luego con Miguelín, El Cordobés, Camino, Puerta, El Viti, Miguel Márquez, Galán y después con Dámaso González, Paquirri, Capea, Manzanares, etc. Y todos eran figuras y si te resbalabas un poquito te quedabas fuera de las ferias. Nos dábamos codazos para abrirnos paso en el toreo. Pero mañana sé que va a ser un día en el que espero disfrutar de todos los momentos y de mis compañeros de cartel que son grandes figuras del toreo.

-Su familia ha sido y es un pilar fundamental en su vida, ¿qué dice de todo esto?

- Están felices. Ellos son conscientes de que la corrida de mañana es algo bonito en mi carrera y que llego a ese momento con una ilusión tremenda. Saben que es la culminación de tu vida como torero. Otras reapariciones como la de San Sebastián con la corrida de Victorino en mi casa hubo más polémica, caras más largas, pero en esta ocasión hay felicidad. Hay responsabilidad porque uno va a matar a torear pero mi mujer, mis hijos, se sienten orgullosos y están deseando que todo salga bien. Eso te da fuerzas e ilusión.

- Imagino que durante la tarde aflorarán muchos recuerdos.

- Muchos, sobre todo de personas a las que quisiera brindarle un toro. Se me viene a la cabeza muchas personas que me han ayudado a estar donde estoy. Es mejor que el corazón actúe en ese momento, él es el que dicta las cosas de verdad. Personas que me apoyaron en los momentos difíciles, en las cornadas. Son muchos los que creyeron en mí y me ayudaron, no solo cuando vinieron los triunfos sino cuando las cosas no salían. Siempre han estado a mi lado la gente que de verdad me ha querido y me quiere. He sido siempre el mismo, no he cambiado como persona con los triunfos ni tampoco con el fracaso. No se me ha subido el triunfo a la cabeza y el fracaso no le he tomado tampoco como una derrota, sino como algo que hay que asumir y estar preparado cuando llega.

- ¿Qué queda de aquel chaval que se tiró de espontáneo a un novillo de Paquirri en un festival en Cádiz?

- (Risas). Me queda creo que lo más importante en esta vida, la ilusión por vivir, por torear, por estar con mi familia. Lo de Paquirri es uno de los episodios más entrañables de mi vida. Me tiré de espontáneo en su novillo en el festival de Cádiz. Después de este episodio coincidimos en un tentadero, yo estaba en la tapia con otros chavales que queríamos ser toreros. A Paquirri le tocó una vaca muy seria y complicada a la que no tenía que salir porque no era mi turno. Sin embargo, cuando terminó de torearla me buscó con la mirada y delante de todo el mundo dijo en voz alta: "A ver, que salga el espontáneo de Cádiz". Entonces pegué un salto y me fui derecho a la vaca dispuesto a pegarle pases. Me pegó una paliza tremenda. Luego me invitó a salir a otra vaca que era mejor. A esa le pegué muletazos buenos y fue cuando Paquirri me dijo: "El espontáneo puede ser torero".

-Esta viviendo uno de los mejores momento de su vida.

- Sin duda. Ahora estoy feliz con mi familia, con mi escuela taurina, con mi campo y rodeado de la gente que quiero. Y con los recuerdos bonitos de mi carrera como torero. He toreado nada menos que cuarenta tardes en Pamplona, en el año 78 actué cinco tardes consecutivas en Bilbao y he abierto diez veces la puerta grande de Las Ventas de Madrid y todas corridas duras. A veces no entendía que cuando triunfaba un año en esa feria, la temporada siguiente en esa plaza me anunciaban con la de Miura. Claro que reivindicaba un mejor trato por parte de las empresas. Pero un día me di cuenta que tenía que afrontarlo y asumí que ese era mi destino y tenía que aceptar las circunstancias. Al final es uno el que se pone delante del toro en la plaza y el que tiene que arreglar las cosas. Este es mi destino y voy a aceptarlo, me dije. Al principio me afectaba psicológicamente aceptar mi situación y las corridas tan duras que tenía que matar. Pero a partir de ahí descubrí mi camino y lo asumí con ilusión. Entonces fui un hombre feliz.

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