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Cenicienta, el musical que sueña con un mundo más justo entre calabazas y tacones de cristal

Stage Entertainment ('El Rey León') lleva al Teatro Coliseum ‘Cenicienta, el musical’, una reinvención del clásico que pone en valor el empoderamiento de los protagonistas

La calabaza se convertirá en carroza para recibir a Cenicienta en Madrid

Los protagonistas del musical que se ha estrenado en el Teatro Coliseum de Madrid. / Marta Fernández / Europa Press
Cristina Cueto

16 de noviembre 2025 - 07:01

"Los que sueñan, locos van y dan la vuelta al mundo", le dice la todopoderosa Hada Madrina -encarnada por la sevillana Mayca Teba- a Cenicienta mientras utiliza su magia para transformar harapos en un maravilloso vestido, una calabaza en un moderno carruaje y un par de tiernos perros en chóferes ataviados a la última moda. Todos los accesorios necesarios para que la protagonista -Paule Mallagarai- brille en el famoso baile que se ha organizado en la corte para que el príncipe Topher elija a la futura reina. Un libreto histórico se funde con un vestuario que bebe de la alta costura de los años 50 en Cenicienta, el nuevo musical que Stage Entertainmet ha llevado a la Gran Vía. Una producción en la que brillan la lucha por conseguir una mayor justicia social y el empoderamiento de sus protagonistas.

Esta versión que ha llegado a Madrid bebe de la Cenicienta creada por el compositor Richard Rodgers y el letrista y dramaturgo Oscar Hammerstein II, célebre dúo conocido en el mundo del musical como Rodgers & Hammerstein. Esta obra fue llevada por primera vez a la televisión en 1957, con una inolvidable Julie Andrews en el papel protagonista. Aquel éxito dio pie a nuevas adaptaciones televisivas, en 1965 y 1997; esta última protagonizada por la cantante Brandy como Cenicienta y por Whitney Houston en el papel del Hada Madrina. Antes de todas ellas, se encuentra la versión cinematográfica de Disney. Una reinterpretación mucho más amable —y bastante más edulcorada— del cuento original de los hermanos Grimm. Con animales parlantes y una protagonista cándida y risueña.

A pesar de su enorme popularidad, hasta 2013 no se llevó a los escenarios de Broadway. En una versión, dirigida por Mark Brokaw y con libreto revisado por Douglas Carter Beane, se dotó a la historia de una mayor profundidad y de una sensibilidad acorde al siglo XXI. En esta lectura, Cenicienta se convierte en Ella, una joven íntegra y de firmes convicciones, no solo la damisela en apuros dedicada a las tareas del hogar y condenada a esperar, con cándida paciencia, a que un príncipe la rescate gracias a un zapato de cristal.

No es el único personaje que ha experimentado una evolución gracias al musical. También lo ha hecho su enamorado: el príncipe Topher, que encarna el coruñés Briel González. En la nueva producción que se ha estrenado en Madrid, el futuro monarca no se limita a buscar de manera desesperada -probando sin descanso el famoso tacón a todas las damas del reino- a la joven que le ha robado el corazón. "Cenicienta sufre una transformación profunda, pero en este montaje vemos que es el elemento transformador de todos los personajes que la rodean. El príncipe evoluciona gracias a ella y se conoce a sí mismo", explica González a este periódico.

"Hay muchísimas versiones en las que el príncipe es un florero"

De hecho, considera que "hay muchísimas versiones en las que el príncipe es un florero", en las que "no conocemos ni su nombre". En este musical sí se sabe -esta cuestión protagoniza uno de los números más divertidos- y "es la principal característica que dota a este personaje de una personalidad". Con este detalle tan simple, "sabemos que es una persona completa, no un adorno y que tiene unos objetivos en la vida, sus deseos, quiere mejorar y encontrarse a sí mismo", recalca el intérprete.

Las hermanastras y la madrastra bailan con Cenicienta. / Marta Fernández / Europa Press

El príncipe Thoper busca -desde prácticamente los primeros minutos- encontrar el equilibrio "entre el carisma que se espera de ese príncipe" y la inocencia que caracteriza su personalidad. "No le han permitido formar parte de la vida del reino, ni ejercer el poder, ni entender cómo funcionan todos los trámites de palacio, porque le han tenido lejos estudiando y regresa cuando no hay más alternativas... no sabe ni por dónde empezar", valora.

Y, sin comerlo ni beberlo, se ve envuelto en la búsqueda de una reina. Sebastian, consejero real y auténtico cerebro político de la corte, organiza un baile de máscaras al más puro estilo veneciano que funciona como distracción para tapar las injusticias que vive el reino y el malestar generalizado, aunque ello pueda suponer "llevarse al príncipe por delante".

"Lógicamente, nadie va a enamorarse de otra persona en un baile, es un poco una parodia de las otras versiones que conocemos", indica el actor y hace hincapié en que funciona como "una crítica a esas historias de amor que son totalmente superficiales y en las que los personajes al verse se enamoran. Aquí no pasa esto". A su juicio, el romance entre Ella y Thoper "va mucho más allá" de lo físico, porque "al conocer la personalidad del otro" se dan cuenta de "que están en un mismo punto, con una moral bastante cercana y se gustan al ver que hay bondad y empatía en sus corazones".

Además, Cenicienta tiende un puente entre el futuro monarca y el pueblo. "La historia de la Cenicienta es una historia de ascensor social de manual", apunta el intérprete y hace hincapié en que el objetivo de su personaje "es encontrarse a sí mismo y entender a su pueblo". "Al final, comprende que hay cosas que necesita preguntar a la gente y no, simplemente, imponer un orden como era hasta ese momento", apunta.

El revolucionario enamorado

En este camino, además de la Cenicienta, es fundamental el rol que interpreta Eloi Gómez. El actor se mete en la piel de Jean Michel, un joven revolucionario que ansía y promueve un cambio real en el reino. Un personaje totalmente nuevo en la historia que aporta un punto, según el artista, de "concienciación social" desde el punto de vista cómico y desenfadado.

Las manifestaciones de los años 50 y los movimientos estudiantiles de la época le sirvieron de inspiración para crear a un Jean Michel que ofrece la oportunidad de abordar "ciertos temas" y añadir "un punto más" al cuento sin que sea "panfletario". "Estamos viviendo momentos muy complicados y creo que es una oportunidad bonita para hablar de cosas que nos tocan a todos, pero a la vez, hacerlo desde un sitio muy suavecito y siempre tintado de comedia", apunta Gómez.

Un momento del baile de máscaras. / Sergio Pérez/EFE

Jean Michel vive una historia de amor con una de las hermanastras, en paralelo a la de los protagonistas. "Él tiene la parte política y sus ideales a nivel social, que son muy contundentes", indica y valora que estos rasgos se combinan con otra cara cargada de inseguridad e inexperiencia en las "pamplinas" del enamoramiento. "Está tremendamente enamorado de Gabrielle y esta relación es un poco torpe", porque "ninguno sabe cómo acercarse al otro". El resultado es una "historia de amor bastante tierna".

A su juicio, uno de los grandes alicientes para disfrutar de Cenicienta es que estamos ante "uno de los clásicos más prestigiosos del teatro musical universal" con "una de las partituras más icónicas de los musicales de Broadway". Algo que queda trufado con una orquesta de veinte músicos que tocan en riguroso directo. En definitiva, "tenemos la versión de un clásico supericónico de Broadway en la Gran Vía de Madrid, interpretado con excelencia y, además, es una buena comedia aunque tenga tintes políticos" que son tan sencillos como la reivindicación de un sistema democrático.

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