Cultura

De una bruja, una escoba y sus pócimas

Xagua Cía. / Noemí Martínez Chico. Idea, creación e intérprete: Noemí Martínez Chico. Dirección escénica y dramaturgia: David Montero. Coreografía bambera: Chloé Brûlé-Dauphin. Animación y edición: José Manuel Rodríguez Trigueros, Diego Ramos. Instalación y escenografía: Santiago Cirujeda, Alice Attou, Pepe Barea, David Herrera y Valentín Romero. Música y espacio sonoro: Luis Navarro, Tino Van der Sman, David J. Fonseca, José María Pérez-Flor, Javier Prieto. Lugar: Sala La Fundición. Fecha: Viernes, 9 de noviembre. Aforo: Tres cuartos.

El nido es una pieza valiente e íntima que en ningún momento trata de encandilar al ojo. Martínez dejó fuera del escenario el reino de la ilusión y se enfrentó con una franqueza radical a todo un ejercicio de introspección que mostró sin tapujo alguno. Es la suya una estética muy peculiar, claramente de autor. No le teme a lo borroso. Ni a la carne. Tampoco al esperpento.

Sin embargo, se arropó con un sinfín de elementos a los que no terminó de sacar partido. Jugó con maravillas, de esas que no son bonitas, sin llevarlas casi en ningún momento a su límite. Y esto de forma doble: ni exploraba con suficiente ahínco el objeto (ya fuera la presencia del audiovisual, la cama o el armario), ni esa exploración se hizo de forma rigurosa. Sus gestos y movimientos estaban poco cuidados, pues también se puede bailar la torpeza, la desidia, en definitiva, lo que sea. Además, en algunos momentos faltaba acción en el escenario. Es atrevido dejarlo vacío, pero hay que hacerlo muy bien.

Resultó obvio que hay un trabajo de investigación considerable detrás de cada trocito de la pieza. Fueron los momentos más poderosos los menos pudorosos.

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