35 años hace desde que el Teatro Romano traspasara los límites de la historia de Gades para alcanzar Cádiz. El monumento asomó tímidamente desde uno de los pozos verticales del alcantarillado de la ciudad situado en la antigua fundición de Vigorito. Un impactante descubrimiento corroborado por jóvenes arqueólogos y colaboradores del Museo de Cádiz que supuso todo un revulsivo para la historia de Cádiz y de su barrio más añejo, el del Pópulo, cuya trama urbana cambió por completo.

Los primeros trabajos fueron dirigidos en aquellos años por Ramón Corzo, entonces director del Museo de Cádiz. Una excavación que tuvo lugar en el 6, 9 y 10 de la calle Silencio y que se produjo al hilo del proceso de expropiación en que estaba inmerso el barrio con el fin de recuperar la Alcazaba medieval.

Corzo tenía encomendada la misión del Ministerio de Educación de comprobar si este cuadrante del sudeste del Pópulo tenía visos de ser expropiado para un buen fin. Como ocurrió.

Fue en 1992 cuando se realizaron las primeras obras de acondicionamiento del equipamiento arqueológico, según el proyecto del arquitecto José Luis Suárez Cantero. Se excavó la cavea y junto a las gradas aceptablemente conservadas aparecieron otras muy deterioras y otras ya desaparecidas, al hilo de la superposición de edificaciones desde la época medieval hasta el siglo XX.

Concluyeron las obras en 1994, momento en que el Teatro Romano de Cádiz abría por fin sus puertas al público con gran expectación.

En el 2000 se retomaron nuevas campañas arqueológicas y se sucedieron adquisiciones y demoliciones puntuales que se extendieron hasta 2002, cuando tuvo lugar el primer cierre del monumento. En este periodo se realizó una cata arqueológica en dirección radial, con el hallazgo de una serie de gradas inferiores, hasta llegar a la última grada de la imma cavea y la primera hilada de sillares tallados que conformaban el baltei. Se alcanzaba, por tanto, la cota inferior del teatro.

En 2003 volvió a abrir sus puertas, que se cerraron en 2009 y luego en 2010, hasta la fecha. En este periodo se alcanzó un significativo incremento de visitantes, con unos 80.000 anuales.

Fue en 2010 cuando comenzaron las obras de emergencia para dar el salto cualitativo en este proceso de recuperación de nuevas zonas que todavía hoy no han visto la luz. Una serie de estudios geofísicos prepararon el terreno, concluyendo la existencia de riesgo en la estabilidad estructural de los edificios medianeros colindantes al teatro, debido a su deficiente cimentación.

Ésta ha sido el motivo del cierre de esta joya del circuito turístico de la ciudad, en una labor desarrollada de forma paralela a las excavaciones.

La ambiciosa intervención se ha realizado con mucha cautela y lentitud, dada las medidas de control exhaustivas, pues las fincas contaban con la peculiaridad de estar habitadas. También se han sucedido las paralizaciones de los trabajos por agotamiento presupuestario, que se ha ido inyectando a trompicones durante este tiempo. Esto ha provocado que poco o casi nada haya trascendido a la ciudadanía sobre su desarrollo y ejecución.

De la excavación arqueológica tampoco se sabe gran cosa. A simple vista, nada puede verse bajo los arcos ya construidos en las medianeras de los edificios, bajo los que estaba previsto excavar otras partes escondidas del gran monumento.

Pero hace unos días Luciano Alonso, acompañado de Cristina Saucedo, anunció la esperada apertura del Centro de Interpretación para esta primavera, pendiente de su museografía. Su apertura supondrá un revulsivo en la visita del yacimiento, con un circuito novedoso que nos mostrará el teatro desde otra perspectiva. Su apertura se compaginará con otros trabajos arqueológicos que también anunciaron en la zona de la orchestra y vomitorios. En definitiva, 35 años de teatro en un Cádiz que ya cuenta los días por retomar la historia del yacimiento en Gades.