Cultura

Cuatro años sin Morente

  • Coincidiendo con el cuarto aniversario de la muerte del cantaor, visitamos la exposición y el catálogo 'Universo Morente', que estará en el Palacio de Carlos V hasta el 1 de marzo

Se cumplen este mes cuatro años de la muerte de Enrique Morente. Coincide con esta conmemoración la muestra Universo Morente, que permanecerá en el Palacio de Carlos V de Granada hasta marzo del próximo marzo. Es una ocasión para volver sobre la obra y el ejemplo vital de un flamenco que continúa presente, de forma casi obsesiva, en la actualidad jonda. Hace unos meses vimos a familiares, discípulos y admiradores homenajeándole en la inauguración de la Bienal de Sevilla. Su hija Estrella Morente es acaso la cantaora jonda más popular de la actualidad. Soléa y José Enrique, los otros dos hijos del cantaor, preparan sus debuts discográficos. Y sus discípulos se cuentan por decenas, incluyendo los directos, como Arcángel, Mayte Martín o Miguel Poveda, y otros, cada vez más, que se declaran morentianos.

La exposición es un recorrido, con guía y todo, por la obra y la vida del cantaor con el hilo conductor de su discografía. El catálogo es un auténtico tratado morentiano con un ingente material gráfico y con textos firmados, entre otros, por especialistas de la solvencia de Miguel Mora, José Luis Ortiz Nuevo, José Manuel Gamboa, Pedro G. Romero y el biógrafo del cantaor, Balbino Gutiérrez, que da cuenta del recorrido vital del cantaor, así como de su relación con otras artes.

Gamboa hace un minucioso y apasionado recorrido por la discografía morentiana, de la que fue cómplice en parte, ya que produjo los álbumes Morente-Sabicas y Misa flamenca, obras capitales el cantaor, además de los dos últimos, publicados en vida, y en vivo, y todos los discos póstumos.

Mora, por su parte, lleva a cabo una selección de las declaraciones del maestro granadino para sus entrevistas periodísticas donde da cuenta de su inteligencia, su humor, su ironía, su honestidad y de su filosofía vital y vitalista.

El texto de José Luis Ortiz Nuevo se presenta como un acercamiento a los poemas y poetas que musicó Enrique Morente. Con toda la lógica incluye Ortiz Nuevo en esta nómina de grandes de la lírica mundial, puesto que Al Mutamid de Sevilla y Leonard Cohen están incluidos en la misma, los anónimos, o no tanto (Chacón o Matrona se llamaban algunos de ellos, el propio Morente), autores de las coplas flamencas, poesía de alto rango sin duda. El texto de Ortiz Nuevo, de fuerte carga oral, es un ejercicio de memoria de la peripecia vital conjunta con el maestro Matrona como referente. Pero es, ante todo, una larga, angustiosa y vital carta de amor en primera persona del autor a Morente.

Pedro G. Romero, en un brillante y erudito texto que trata no obstante de ser divulgativo, formula una poética morentiana que, naturalmente, tiene mucho de poética del propio autor. En ella sustituye el concepto de fusión por el de montaje, polifonía vertical y horizontal, y habla del flamenco morentiano, y del flamenco en general, como arte mudejarista, esto es, de mezcla de elementos heterogéneos entre los que Romero parece excluir el sector social dominante o institucional. Lo cierto es que, al margen de que existe la marginalidad oficial u oficializada u oficialista, también lo dominante o lo institucional forman parte del flamenco, como demuestra el Concurso de Cante Jondo de 1922, o esta misma exposición que hoy comentamos, sin salirnos de la colina de la Alhambra.

Creo que hasta el mismo Enrique Morente reconocería en la polifonía flamenca, por usar la denominación de Romero, también las voces de la academia, del museo, del Teatro Principal de Jerez acogiendo a Silverio o del Madison Square Garden aplaudiendo a Carmencita Dauset. Marchena fue un cantaor de masas, aunque se tratara de una masa de menesterosos. Mas no todos lo eran. Quizá peco aquí de generosidad pero, como decía Fernando Terremoto padre, "el flamenco se lo merece todo el mundo" porque, apunta el maestro Ortiz Nuevo en su texto, los ricos también lloran. Me parece. Hablo aquí de lo estético, de poética, aunque lo político entra en algún momento a formar parte también de lo poético. Romero interpreta el esencialismo mairenista en el contexto franquista en que nació. De la misma manera podemos ver lo que él llama mudejarismo morentiano como hijo de los aires globalizadores de hoy. La globalización existió siempre, como afirma Romero, como el esencialismo también existió y existe hoy: baste echar una mirada al periódico para constatarlo. No hablo, obviamente, del ámbito estrictamente poético, ni siquiera del estrictamente flamenco. En la capilla ardiente de Fernanda de Utrera me sorprendió constatar que para muchos flamencos del lugar, rendidos admiradores más o menos sinceros de Antonio Mairena, Morente suponía el máximo exponente de institucionalización, politización, en el sentido más negativo del término, del flamenco. Inducidos, claro está, por la lectura del diario.

Creo que Morente era reacio a todo tipo de cainismos, horizontales, verticales, de género o étnicos. Pero puede que me equivoque y que ésta sea, más bien, mi propia poética, no la del cantaor de Granada. La exposición, comisariada por Amaranta Ariño, contiene una selección de las cerca de mil imágenes que aparecen en el catálogo, algunas muy difundidas y otras inéditas, procedentes de diversos archivos y que incluye firmas ligadas a la memoria morentiana como las de Paco Manzano, Manuel Montaño o Pepe Marín, por citar sólo a tres de los más destacados.

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios