Cultura

Una alquimia para alumbrar la realidad

  • La exposición 'Dibujos y grabados de la Colección' revela en el Picasso la trastienda de algunas de las innovaciones más radicales del genio

A la hora de programar actividades museísticas, Pablo Picasso presenta notables ventajas respecto a otros artistas. Si en ciertos creadores es necesario ver mucho para alcanzar una interpretación, digamos, razonable, al malagueño le bastan unos trazos para generar horas y más horas y textos y más texto de controversia, historia, teología, estética, matemáticas y prácticamente cualquier disciplina que se precie. Si durante buena parte de su vida Picasso se dedicó a hacer arqueología de sí mismo, su obra invita al observante a adoptar similar postura. La actual exposición temporal del Museo Picasso Málaga, Dibujos y grabados de la Colección, que puede verse hasta el 28 de mayo, responde, en su aparente modestia, a una época de obligado ajuste presupuestario. Pero las 32 obras de los fondos de la pinacoteca, presentadas bajo la coordinación de Carmina David-Jones y completadas con la proyección en sala del documental Picasso and Braque go to the movies, producido en 2008 por Martin Scorsese, da cuenta de algunas de las innovaciones más radicales y luminosas que Picasso ejecutó en su larga y fecunda trayectoria: las que adoptó entre 1906 y 1921, periodo que abarca la exposición y que, previsiblemente, se verá ampliado en próximas propuestas que prolongarán este acercamiento a la colección del museo. Tal vez estos aquelarres no luzcan aquí en su versión más espléndida. Pero la trastienda resulta igual de útil al mismo propósito.

En 1906, sumergido en una fase que David-Jones define como "protoaviñón", Picasso realiza en París el primer dibujo que puede verse en la muestra: Mujer sentada. Se trata de una figura de definición precisa en la que Picasso, a pesar de su naturaleza femenina, se representa de algún modo a sí mismo. Como explica el director del Museo Picasso, José Lebrero, "en este momento el artista indaga en una posible definición de Pablo Picasso. Su obra es poderosamente autorreferencial. Así que este dibujo representa más bien un conflicto, un combate, entre la imagen femenina del dibujo y la visión que Picasso tiene de sí". Lo que el genio hace es seguir el lema socrático Conócete a ti mismo, pero no puede hacerlo sin convocar un duelo entre el yo y lo ajeno.

Después de algunos dibujos más de este tipo, en torno a 1909 se produce una ruptura fascinante. De ello da cuenta otro dibujo servido como una partera: Cabeza de mujer. La figura adquiere razón de geometría, y prevalece el análisis de la estructura y la forma por encima de cualquier noción de humanidad o dramatismo. De esta manera acontece la modernidad, el santo y seña del siglo XX. Nace el cubismo, como si nadie lo esperase. Y Lebrero subraya una evidencia: "Nunca antes se había dibujado ni pintado así". Singularmente, la revolución radical que entraña el cubismo respeta los géneros tradicionales, tal y como puede observarse en la exposición actual del Museo Picasso: el cubismo se resuelve en retratos, bodegones y paisajes, especialmente los de Horta d'Ebre, la localidad catalana a la que regresó Picasso en 1909 (justo entonces le sorprendió allí la Semana Trágicade Barcelona) y cuyos entornos fotografía, con la pasión del niño que estrena juguete, para trasladar las instantáneas al lienzo y al papel. Pero Picasso comprende que un arte nuevo no depende de formatos, sino de la manera en que el artista mira, o mira mientras sabe que lo que ve es sólo un espejismo.

Lebrero toma un ejemplar de La escultura negra, el libro de Carl Einstein, mientras señala la influencia que ejerció en el malagueño el arte africano "como clave para extraer el tiempo de una obra. Picasso aprende que es posible dejar de representar una figura sometida a un determinado momento, que se puede liberar a la forma en este sentido". Pero otro Einstein, Albert, ejerció una inspiración no menor a través de su teoría de la relatividad, al señalar las íntimas conexiones que comparten el tiempo y el espacio: aislado del instante, el tiempo establece sus causas inexorables en la materia y en el espacio que ésta habita. Aunque tal vez a donde con más fervor acude el arte para investigar las consecuencias del tiempo es al cine: en el París de los Lumiére, de Mélies y de los folioscopios domésticos, la imagen en movimiento resulta ser, tal y como demuestra el documental producido por Scorsese, la verdadera madre del cubismo. Preguntado por la posibilidad de que Picasso y Braque buscaran una representación más fiel de la realidad contra el engaño de los sentidos a través del cubismo, según el más elemental pensamiento cartesiano, José Lebrero responde con otra pregunta: "¿Qué diría Shakespeare de eso?" La respuesta es evidente: cuando la representación de la realidad parecía agotada, Shakespeare escribió ya en sus últimos años un cuento de hadas tan enigmático y asombroso como La tempestad. El cubismo también es una fantasía. Y por eso es, si cabe, más real.

Pero, al contrario que otros compañeros de su generación, Picasso no se queda en el cubismo, si bien nunca llega a abandonarlo del todo. Obras de la siguiente década como Tres desnudos revelan un regreso a la forma en un atisbo más humano, aunque estilizado hasta casi parecer extraterrestre. En el verano de 1914, justo cuando estalla la Primera Guerra Mundial, Picasso realiza dos versiones del mismo dibujo, Hombre sentado (ambas incluidas en la muestra): en una, la figura exhala una humanidad indiscutible, reconocible, inmediata; en la otra, el hombre al que alude el título es un conglomerado cubista ausente de cualquier matiz que pudiera parecer humano, más próximo a la máquina. Ser o no ser. Una cuestión de alquimia.

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