Al igual que dos llamas no son idénticas, ayer frente a frente Elena Mateos y su abuelo Manuel Fernández Mota se mostraron semejantes pero únicos. Se adueñaron del incombustible público que da sentido a cada cita con la cultura que le brinda a Algeciras la asociación AlCultura. La joven algecireña presentó su primera obra, un poemario, La niñez entre la lombriz y el cielo, editada por Ediciones En Huida.

Con un tono algo más calmado, Elena Mateos habla de la pérdida de la niñez a la vez que dibuja matices del desarraigo. "Con el último poema intento hacer ver cómo el proceso de creación tiene mucho que ver con el proceso del sueño". Cuida el ritmo de las imágenes en sus poemas, intentando que el ritmo de los versos y las palabras elegidas "transmitan al lector escenas, a veces muy estáticas". De ahí la influencia del sueño, al que vuelve a recurrir.

Estudiar Filosofía le ayudó, confiesa, "a la hora de escribir poesía para mí misma". Se impuso como desafío escribir poemas cortos, capaces de llegar a la esencia del ser. "Luego se convirtió en algo automático". La idea de lanzarse a publicar "no surgió, me la sugirió el editor de Ediciones En Huida". Ya le había publicado antes algo en una antología de poetas jóvenes andaluces La vida por delante. Le mandó el poemario y le gustó.

Lo cierto es que a su talento natural se le añade la presencia vital de un abuelo como Fernández Mota, gran poeta. "Evidentemente mi principal influencia ha sido él, ha sido fundamental sobretodo por cómo me transmitió la mitología griega. Desde pequeña me contaba las hazañas de los héroes y lo despiadados que podían ser los dioses, eran mis cuentos de antes de ir a dormir". Cuando se hizo algo más mayor su abuelo comenzó a regalarle muchos de los libros de sus estanterías. "Mi abuelo es mi raíz poética, sin duda".

Sin embargo, Elena Mateos reconoce que "no ha convivido siempre con el mundo de la poesía". Dejó de lado todo eso en la infancia, su primera ocupación fue la música. Luego se torció y volvió a lo que siempre había hecho por placer. Fue ya en la adolescencia cuando descubrió la joven poeta que también había gente de mi edad que sentía pasión por esas cosas, gracias a los campamentos de verano organizados por el Pacto Andaluz Por El Libro.

De hecho reconoce que probablemente la juventud ayude, pero no es tan inusual como pudiera parecer. "He conocido muchos compañeros que tienen sus más y sus menos con la escritura y con la poesía. Supongo que el mero hecho de lanzarte a escribir ya supone una diferencia, que gustes o no ya depende del público".

Siguiendo con el referente de su abuelo Fernández Mota, destaca que a la hora de crear le aconseja siempre, "aunque no lo haga de un modo directo". Casi todos los primos de Elena Mateos se dedican a alguna actividad creativa o artística -hay una pintora y fotógrafa, hay una actriz, hay una violinista-. Sin embargo, "mi estilo a la hora de escribir poesía una vez que llegué a la universidad se distanció de mi abuelo, aunque la esencia de lo que transmiten al fin y al cabo siempre vuelve a entrar en contacto con esa raíz. La publicación ha tenido lugar por buena suerte y gracias a la joven editorial sevillana, ahí tampoco pudo influir mi abuelo".

Tras finalizar sus estudios de Filosofía desea continuar con los estudios y la investigación. La poesía ha estado presente también en su trabajo de fin de carrera. Se trata de un proyecto próximo, hablando de prosa, es una obra hecha a cuatro manos en la que ella escribe y Carmen Lloret pinta.

Elena Mateos nació en Algeciras en 1991. Según recogió AlCultura en la nota de presentación ella cree que debería llamarse Elena con H. Ha ganado algunos certámenes, ha sido publicada en alguna recopilación, y escribe frecuentemente en su blog. Su segunda familia es la generación Mollina, la Escuela de Escritores creada por PAPEL. "La inexperiencia es el único concepto capaz de abarcar toda su vida".