Cultura

Walter Mitty: un personaje con éxito pero sin suerte

Comedia, EEUU, 2013, 114 min. Dirección: Ben Stiller. Guión: Steve Conrad. Fotografía: Stuart Dryburgh. Música: Theodore Shapiro. Intérpretes: Ben Stiller, Kristen Wiig, Patton Oswalt, Shirley MacLaine, Adam Scott, Kathryn Hahn, Sean Penn. Arcángel, Guadalquivir, El Tablero, Artesiete-Lucena.

Norman Z. McLeod, inmortalizado en los años 30 por Pistoleros de agua dulce y Plumas de caballo de los Marx y por su fantástica versión de Alicia en el país de las maravillas, era el director idóneo por su maestría en el humor desquiciado con tintes surreales para dirigir en 1947 el cuento de James Thurber publicado ocho años antes. Thurber era un dibujante, escritor y editorialista de enorme talento y aún mayor influencia como director de la prestigiosa The New Yorker, considerado uno de los más grandes humoristas del siglo XX. Pueden leer sus cuentos para adultos en las ediciones de El Acantilado. Y sus no menos interesantes cuentos infantiles (lo que no excluye a los adultos, salvo que confundan una boa que se ha tragado a un elefante con un sombrero) en la editorial Ático de los Libros.

La vida del hombre común perdido en la marea de las grandes ciudades fue uno de sus temas favoritos. El cuento La vida secreta de Walter Mitty es una de sus obras maestras en este sentido: un individuo gris que se inventa otras vidas inspiradas en los estereotipos de la literatura popular, la prensa sensacionalista y el cine. Como un Quijote envenenado por la cultura popular en vez de por las novelas de caballerías. Desgraciadamente el talento de McLeod tuvo que ponerse al servicio del gesticulante Danny Kaye, entonces popularísimo y hoy justamente olvidado. Lo que no impidió, sino todo lo contrario, que fuera un enorme éxito. Algo del relato de Thurber, de todas formas, llegó al público y Walter Mitty se convirtió en un símbolo mundial del hombrecillo del montón que huye de la realidad a través de sueños que ni tan siquiera son suyos.

De Danny Kaye a Ben Stiller, Walter Mitty sigue sin tener suerte. Aunque hay que reconocer que comparado con Kaye, Stiller supera en contención a sir John Gielgud. Y, otra vez pasado tras la cámara, dirige esta nueva adaptación del cuento de Thurber con una leal deslealtad. Pasar al mundo de las publicaciones en vertiginosa transformación por el acoso o empuje, según se mire, de la era digital y centrarse en la prestigiosa revista Life es un acierto tratándose de un relato escrito por quien fue una de las grandes firmas del influyente semanario The New Yorker. En el platillo de lo positivo hay que situar también su atractiva definición visual gracias al trabajo fotográfico de Stuart Dryburgh. Pero la ácida poesía del breve relato de Thurber vuelve a diluirse. Esta vez no tanto a causa de las exageraciones de la interpretación de Ben Stiller, sino de la hipertrofia de efectos especiales. Da la sensación de que el texto es un pretexto para montar una muy espectacular, entretenida y divertida película llena de efectos e imágenes espectaculares. Pero carente de alma crítica. Aunque, ¿a quién le interesan las almas o la crítica? Y que desperdicia con este fuego de artificios digitales el relato de Thurber y el giro que le da el guionista Steve Conrad, pasando de la acidez original a una vitalidad optimista a lo Capra que hace más amable la crítica a la deshumanización de las grandes empresas y de un mundo mucho más duro que el que Thurber fustigó en sus cuentos. Pero, al fin y al cabo, pese a sus limitaciones si se la compara con su fuente literaria, es una comedia que evita la grosería, hace reír y no carece de elegancia visual. Suficiente para los tiempos que corren.

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