Cultura

Víctimas colaterales en la guerra contra la droga

Acción/Drama, EEUU, 2013, 112 min. Dirección: Ric Roman Waugh. Guión: Justin Haythe, Ric Roman Waugh. Fotografía: Dana Gonzales. Música: Antonio Pinto. Montaje: Jonathan Chibnall. Intérpretes: Dwayne Johnson, Barry Pepper, Jon Bernthal, Susan Sarandon, Michael K. Williams, Rafi Gavron, Melina Kanakaredes, Nadine Velazquez, Benjamin Bratt.

A Ric Roman Waugh parecen interesarle las historias en las que personas normales caen en infiernos carcelarios y del submundo del crimen. En La próxima víctima un especialista en escenas de acción era condenado a muerte por la mafia tras haber causado involuntariamente la muerte del sobrino de un capo. En Criminal un padre de familia acababa en una penitenciaría para los criminales más duros tras causar accidentalmente una muerte. En esta El mensajero otro padre se infiltra en las redes de la droga para luchar por la libertad de su hijo, condenado como traficante a causa de una concatenación de torpezas que le hacen caer en una trampa siendo inocente. Sin ser un autor, porque se trata de un eficaz artesano, el realizador parece tener un mundo propio de intereses temáticos que trata con un tono poco brillante pero eficaz.

Esta es la mejor de sus tres películas porque está rodada sin excesivas concesiones a la violencia gratuita, con un interés por los personajes que la lleva más allá del mamporro y la persecución; porque está interpretada por un Dwayne The Rock Johnson que asombrosamente parece que sabe actuar, una gran Nadine Velazquez y una siempre estupenda Susan Sarandon (y más cuando hace de estúpida sin corazón); y porque el suspense, desde el inicio, está muy bien dosificado. Sabemos de qué va la cosa. Deseamos que el hijo del protagonista diga que no a la propuesta de su amigo. Sentimos desasosiego cuando el paquete (de droga) llega a la casa, desolación cuando irrumpe la policía, pena cuando lo atrapan y rabia cuando conocemos su condena. Han pasado unos diez minutos de película y ya estamos en disposición de sentir con el padre y de comprender su actuación. La empatía con el protagonista como clave del cine popular.

Basada en un caso real, la película opta por el entretenimiento y la emoción sacrificando la denuncia (de aspectos del sistema penal americano) y el rigor (en la advertencia de los peligros de jugar con la droga). No sé si esto es bueno o malo. Si el sacrificio ha valido la pena. Si sin la maciza presencia de The Rock la película se habría inclinado -gracias a su sobria realización- más hacia el cine social que hacia el de acción. Lo que si sé es que lo logra: es entretenida y su argumento engancha.

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