Alavista

Viaje fotográfico de Andalucía a Portugal

  • El tarifeño Antonio Pérez abre en Sevilla 'Andalusíadas', su retrato de la complicidad transfronteriza

Antonio Pérez (Tarifa, 1970) cree que recorrer la frontera entre dos territorios equivale a "caminar en el filo, es como andar sobre un reflejo". "Al atravesar esa línea dibujada en los mapas, en los atlas mundiales, en los exámenes de geografía, en la cotidianeidad del hombre del tiempo y en la memoria colectiva nos encontramos con el pasado, el presente y el futuro comunes a ambas zonas", continúa.

La relación con la idea de frontera de este fotógrafo afincado en Sevilla tiene una fructífera plasmación en su producción artística. Marruecos, Burkina Faso, Ghana, Mali, Israel, Palestina... son algunos de los territorios cuyos límites ha recorrido y captado con su objetivo. Algunos de esas instantáneas fueron premiadas con el Premio Andalucía Migraciones 2006, que otorga la Junta de Andalucía.

Mañana, a las 20:00, se inaugura en la Fundación Tres Culturas de Sevilla su nueva muestra: Andalusíadas, una mirada diferente sobre Andalucía, Algarve y Alentejo. La exposición y el catálogo editado están auspiciados por la Consejería de la Presidencia, la Secretaría General de Acción Exterior yel Gabinete de Iniciativas Transfronterizas.

Para los organizadores, este conjunto de imágenes da buena fe de los colores, culturas y costumbres que conforman el imaginario común de las tres regiones más septentrionales de Europa. Y, sobre todo, abre una ventana al modo de vida de las personas que comparten este espacio, mostrando las similitudes y diferencias entre sus paisajes, entornos y hábitos.

Antonio Pérez ha articulado este trabajo en cuatro series. La primera, Reflejos, expresa los paralelismos entre los cielos, los paisajes costeros y mineros, los núcleos urbanos e incluso los vestigios romanos, árabes y cristianos de localidades a uno y otro lado de la línea divisoria. Es el caso, por ejemplo, de los tonos ocres y terrosos que comparten las minas onubenses de Río Tinto, en Huelva, y la mina de Sao Domingos (Baixo Alentejo).

Ventanas, la segunda serie, la constituyen retratos de los vecinos de los municipios más próximos a la frontera, como Alcoutim (Algarve) y Sanlúcar de Guadiana (Huelva). Hombres y mujeres que escriben sobre una pizarra sus opiniones del otro lado, resaltando el carácter alegre y expansivo de los españoles y la buena gastronomía portuguesa.

En Espejos, el autor descontextualiza la frontera con un juego de espejos, que le permite abrir la imagen a otras dimensiones y planos, a la manera de la Alicia de Lewis Carroll. Así, un pequeño espejo instalado en una calle de Vila Real de Santo Antonio muestra la costa de Ayamonte y las aguas del Guadiana. Lo mismo sucede con el reflejo de la frontera portuguesa en un espejo dispuesto en Rosal de la Frontera.

Encuentros, la cuarta y última serie, se dedica a los momentos donde se reúnen los habitantes de las tres regiones, como sucede con la procesión de la Virgen de Fátima en Ayamonte, con los turistas portugueses que veranean en la playa de La Antilla y con los numerosos andaluces que disfrutan las puestas de sol en el Cabo San Vicente. Imágenes amables y luminosas que invitan al optimismo y, por supuesto, al viaje.

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