Cultura

Terrón y Ginés Marín abren la Puerta Grande en la primera de Olivenza

Ginés Marín, con tres orejas, y Luis Manuel Terrón, con una en cada novillo, fueron los primeros triunfadores de la feria de Olivenza, que alzó el telón con un grandísimo ambiente. Las gradas se llenaron para ver cuatro ilusionantes novilleros que sobre la arena demostraron el porqué de esa expectación, según informó Aplausos en su edición digital.

Dos orejas cortó Ginés Marín del séptimo de la tarde. El extremeño estuvo por encima de un astado soso, que nunca se entregó. Marín demostró su capacidad y dimensión en una labor plena de conocimientos que estuvo aderezada de torería en los remates. Abrochó el trasteo con unas ceñidas bernadinas, que precedieron una buena estocada. Su primero fue un novillo con calidad pero al que le faltaron fuerzas. Ginés Marín trató de cuidarlo en tandas cortas, toreando a favor del animal. Todo ello salpicado de pases de buen trazo y cargados de personalidad. Cuando veía que la faena se diluía, echó mano de la raza y el carácter. Se dejó llegar los pitones a la taleguilla, incluso le levantó los pies del suelo sin consecuencias. Mató de buena estocada. Oreja al valor.

Luis Manuel Terrón paseó un trofeo de cada uno de sus oponentes. Cortó la primera oreja de la tarde al segundo, un novillo que embistió con clase y transmisión, sobre todo por el pitón derecho. Por ese lado Terrón instrumentó una labor en la que destacó el temple y la firmeza. Toreó encajado y con profundidad. Al natural el novillo se quedaba más cortó. Cerró la faena en las cercanías. Mató de media estocada efectiva. Salió decidido a amarrar cuanto antes la puerta grande que se había dejado entreabierta. Recibió al jabonero de Talavante a portagayola y después dejó un ramillete de buenas verónicas. En el último tercio puso todo de su parte ante un animal venido a menos que no se lo puso fácil.

Pudo acompañarles a hombros Francisco José Espada de no fallar con los aceros. Con la muleta, los mejores momentos llegaron por el pitón izquierdo, donde surgieron naturales templados y muy largos. La faena tuvo altibajos. También se dejó el triunfo en la espada Varea en el que cerraba plaza. El castellonense realizó una faena con intermitencias en la que por momentos toreó con largura, profundidad, pureza y encajado.

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