Literatura

Territorio Modiano

  • Anagrama publica la última novela del gran escritor francés, una hermosa historia de amor perdurable que contiene todas las claves de su peculiar mundo narrativo

Hace unos meses, en un excelente artículo donde evocaba su temprano descubrimiento de la obra de Patrick Modiano, observaba con razón el poeta y narrador José Carlos Llop lo extraño del repentino éxito en España de un autor que venía siendo editado desde hace décadas sin pena ni gloria. No sabemos cuánto hay de azar y cuánto de moda pasajera, pero lo cierto es que los libros de Modiano, todos ellos breves y bastante parecidos entre sí, llevan el sello de una propuesta literaria seductora, reconocible y destinada a perdurar en el tiempo. Esto pueden apreciarlo quienes como Llop empezaron a leerlo hace más de treinta años y los que nos hemos sumado al culto de Modiano en fechas relativamente cercanas, no tanto por capricho o novelería como por pura y simple ignorancia anterior. Pero basta con leer cuatro o cinco títulos suyos, antiguos o recientes, para comprender que el novelista francés es uno de los grandes escritores europeos contemporáneos.

Publicada entre nosotros casi al mismo tiempo que la edición original, la nueva novela de Modiano nos devuelve a un territorio felizmente conocido, como siempre nebuloso, desdibujado y rebosante de fuerza evocadora. El protagonista de El horizonte, Jean Bosmans, es un escritor obsesionado con el pasado que adquiere una libreta para apuntar los recuerdos que se le vienen a la cabeza. El objeto de su obsesión es Margaret Le Coz, a la que conoció durante una manifestación en los años sesenta y cuya historia compartida se empeña en reconstruir desde entonces, mediante el procedimiento, habitual en la obra de Modiano, de hilar pequeñas pistas -un número de teléfono, una carta, un encuentro inesperado- que actúan a la manera de fogonazos activadores de la memoria. En su recuerdo, Margaret es una mujer esquiva, permanentemente en fuga, que sufre el acoso del inquietante Boyaval. Su caracterización remite de modo inequívoco a toda una galería de personajes femeninos que atraviesan la obra de Modiano dejando un leve e irresistible rastro de fascinación, como sombras inasibles que nunca revelan enteramente su misterio.

Bosmans lleva a cabo sus pesquisas en un París ensoñado en el que se funden el espacio presente y la huella fantasmal de lo que ya no existe, pero el relato pasa también por Suiza, lugar de procedencia de Margaret, y la ciudad de Berlín. Hay elementos de intriga, pero son muy tenues. Importa más, como de costumbre, la atmósfera, el proceso de búsqueda y rastreo, el recuento de aquella relación que unió fugazmente a dos seres unidos por la soledad y el desarraigo. En un momento dado, es la propia Margaret, que encubre sus modestos orígenes y su verdadera identidad bajo un nombre falso, quien toma la palabra, en un giro revelador que refleja el grado de excelencia alcanzado por el arte narrativo de Modiano, capaz de combinar las personas y los tiempos en una estructura perfecta.

"Por primera vez tenía en la cabeza la palabra porvenir; y otra palabra: horizonte". Hay quienes han creído ver un giro novedoso en esta última novela, cuyo final, espléndido, resulta más cerrado y concluyente de lo habitual. Y es verdad que la trama no se agota, como otras veces, en la rememoración sugerente pero fatalmente infecunda. Ahora bien, el fondo de vaga inquietud existencial es el de siempre, sólo que el tono de suave, muy suave melancolía aparece esta vez matizado por un destello de esperanza que apunta a la perspectiva de un reencuentro entre los dos personajes protagonistas. No en vano el proceso de reconocimiento -la búsqueda de Margaret implica la búsqueda de la propia identidad, diluida con los años- impulsa a Bosmans hacia delante, aunque para ello y paradójicamente debe bucear antes en las aguas turbias del pasado, apoyado en la convicción de que el impulso amoroso puede justificar una vida o en la hermosa idea de que las palabras dichas no se pierden del todo.

El modo enigmático como los recuerdos se difuminan o desaparecen para siempre o regresan a oleadas, sesgada o parcialmente, de una manera imprecisa, hiriente, perturbadora. Los personajes evanescentes, vaporosos, de rasgos apagados, como esbozos o borradores de una pintura inconclusa. El tiempo que huye, los lugares que pierden sus antiguos contornos hasta hacerse casi irreconocibles. Y la prosa fluida, elegante, cadenciosa, vehículo de un lenguaje transparente y a la vez oscuro, directo pero dotado de una enorme potencia alusiva, de imágenes muy visuales que logran su efecto sin adornos de ningún tipo. Estos son los elementos que configuran el territorio Modiano, un espacio llamado, como decíamos, a perdurar, un paisaje construido con escombros que nos devuelve la fe en la gran literatura.

Patrick Modiano. Trad. María Teresa Gallego. Anagrama. Barcelona, 2010. 160 páginas. 15 euros.

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