Cultura

Serafín Marín, herido leve, pasea la única oreja en la plaza de Vitoria

  • El diestro catalán realiza la faena de más entidad de la tarde a un toro bravo del hierro de María Olea y sufre una cornada leve en la nalga, pero termina la corrida

El catalán Serafín Marín y un gran toro de María Olea marcaron la tercera de la Feria de la Blanca en Vitoria donde salvo ese animal y en menor medida el cuarto, el encierro condeso resultó deslucido en líneas generales.

La corrida levantó en el tercero, que fue un animal de importante juego en la faena de muleta de Marín. También mansito en los primeros tercios, empujó con fijeza en el caballo y en la muleta se vino siempre de largo, por abajo, humillando y desplazándose largo y entregado en la franela del catalán. Serafín cuajó un saludo a la verónuica de alta nota.

Quiso doblarse a principio de faena pero el toro protestó porque pedía sitio y larga distancia. Se la dio Serafín y cuajó tres series buenas por el lado derecho. Cuando cambió a la izquierda, resultó prendido y sufrió un puntazo en la nalga que no le impidió seguir plantando cara al bravo toro. Otras dos series por la izquierda fueron meritorias cortando la faena el de Montcada, quizá demasiado pronto, para dejar un espadazo que le valió la oreja. El inválido sexto no permitió nada y el catalán fue silenciado.

El quinto, que evidenció buena condición de salida, sí lo devolvió el presidente por su cuenta tras perder las manos una vez en un capotazo y sin que nadie en la plaza solicitara tal medida presidencial. En su lugar salió un zambombo complicado y que no ofreció ninguna opción, dersarrollando incluso peligro. Chaves se intentó justificar pero no hubo posibilidad de nada brillante. Con el morucho segundo se estrelló el salmantino.

El cuarto fue el otro toro de la corrida, un animal que aunó buen galope y temple sin terminar de encontrarle la distancia el torero burgalés José Ignacio Ramos. Muy encima desde el principio, lo ahogó en exceso y entre eso y los enganchones, el toro terminó defendiéndose. Con el marmolillo primero, la verdad, fue imposible y nada pudo hacer. Estuvo voluntarioso.

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