Cultura

Sara convierte a 'Carmen' en mujer

  • La bailaora le quita el polvo al tópico y toma las riendas del destino del mito

Porque quiere y porque puede. Sara es Carmen. Una Carmen renovada, valiente y dueña de su destino. Una Carmen que sabe a Cádiz por alegrías, a Paco de Lucía por tangos y a Ruibal por sevillanas. Una Carmen moldeada con la cadencia de Sara Baras que se inventa, que se templa y que se arriesga para parir a la Carmen más humana y actual.

La bailaora y coreógrafa triunfó una vez más en el Gran Teatro Falla con la última de sus creaciones durante la noche de ayer. Elegante, sinuosa y con mil caras. La Baras demostró, de nuevo, su capacidad de interpretación avalada en un braceo alto y arrogante, una silueta cimbrada con desparpajo y un taconeo de oro.

Carmen le brindó a Sara un nuevo as en la manga, el de la contención, como demostró con la bellísima habanera con la que su personaje se presentaba al público. Detalles de Bizet mecían el baile tranquilo de la gaditana que, como una barca mecida por la suave brisa, se contorneaba sabiéndose bellísima.

Tres actos -todos seguidos- valieron para descubrir un montaje teñido de rojo y negro, con proyecciones muy oportunas -como el cuadro final donde los rostros de mujeres anónimas parecen recoger el legado de libertad de Carmen- y de una gran carga plástica.

El cuerpo de baile funcionó a una pero no por ello estuvo exento de personalidad. Al igual que el bloque cantaor. Saúl Quirós y Miguel de la Tolea brillaron sobremanera, mientras que el buen hacer de la joven Brenda García aportó la dulzura.

El señorío bailaor de Luis Ortega -don José- y la fuerza implacable de José Serrano -el torero- no dejaron impasible a un público que cayó, definitivamente, rendido a Carmen con las alegrías de Baras, el espectacular martinete del trío protagonista y el inolvidable paso a dos junto a Serrano por tangos con rúbrica de De Lucía. Y con la muerte. Muerte con sorpresa. Tan libre como cada voleteo de sus vestidos.

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