Cultura

Salvador Barberán, al natural

  • El novillero algecireño corta la única oreja en una noble novillada de El Torreón · El madrileño Pedro Carrero y el mexicano Ernesto Javier 'Calita', ex alumno de la Escuela de Sevilla, se marcharon de vacío

El espectáculo, como la tarde en lo climatológico, fue una mezcla de sensaciones. Ora un muletazo con fibra con la diestra; ora un puyazo en lo alto; ora un natural hondo. Ahora, el viento; en el otro novillo, la lluvia; luego el sol. Y así transcurría la tarde, sin que rompiera el festejo. Los novilleros Pedro Carrero, Salvador Barberán y Ernesto Javier Calita, con sólida base técnica, conocedores del oficio, apenas llegaban a emocionar al público con una noble novillada de El Torreón, muy justita en trapío en su conjunto. Pero saltó el quinto, un dije, negro mulato, y Barberán se creció con Faenerito y en lugar de una faenita apañada, como habíamos vivido hasta entonces, hizo una buena faena al natural. Por fin, el sol arriba, sacando brillo al amarillo albero de abajo, mientras por los tendidos saltaban las ovaciones como una catarata de emociones entre tanda y tanda, entre serie y serie con novillo con clase, que fue ovacionado en el arrastre. La faena, que brindó a su apoderado, José Luis Galloso, con altibajos, comenzó con mal pie por el pitón derecho, con algún enganchón. Con la zurda, centrado, alargó bien los muletazos en otra serie que cerró con un buen pase de pecho. En otra, con muletazos ceñidos, fue desarmado en un muletazo. De nuevo, tomó altura, con una serie de nota, rematada con un molinete y un pase de pecho ligado. En la siguiente, espatarrao exageradamente, algo antiestético, tiró muy bien del animal. El epílogo, con muletazos por bajo, fue de altura. El novillero se tiró de verdad en un volapié en el que dejó una estocada algo desprendida y contraria que fue determinante para conseguir el único trofeo de la tarde. El público llegó a pedir incluso la segunda oreja y el novillero algecireño, muy arropado por una gran legión de partidarios, dio dos vueltas al ruedo, la segunda por su cuenta; pero la presidenta, María Isabel Moreno, estuvo muy acertada y sin contagiarse de las alegrías, colocando el listón a la altura de una plaza de primera, como es la Maestranza, la denegó. Con el capote no hubo nada. Bueno, sí, un desarme. Y con la diestra, tampoco consiguió cotas altas. La oreja fue el premio justo.

Con el segundo novillo, un jabonero que era un llaverito, noble y de escaso brío, Barberán consiguió los mejores momentos con la diestra. Comenzó con dos tandas entonadas. Luego, un desarme al natural, rompió el encanto. La mejor serie fue la última, que cerró con un soberbio pase de pecho y un pase del desprecio. Dos pinchazos y una estocada caída emborraron la labor.

El madrileño Pedro Carrero se mostró muy frío con el noble y soso primero, un jabonero que salía suelto en cada muletazo. Para más inri tuvo en contra al viento. Con los aceros, mal. Con el cuarto, un colorao que se entregó en el caballo y al que picó muy bien Francisco María, dio la impresión de torero estilista. Faena pulcra, con una primera parte en la que faltó gracia y mordiente. Y una segunda, con una serie al natural notable. Pero todo se vino abajo tras un desarme en la siguiente. En esta ocasión mató al primer envite.

El mexicano Ernesto Javier Calita, que acaba de saltar al escalafón de novilleros con picadores, y llegaba con un solo festejo con los del castoreño, dio buenos muletazos, con fibra, con la diestra, al manejable tercero. Faltó una pizca de brío al novillo y ligazón en el toreo del antiguo alumno de la Escuela de Sevilla para llegar a calentar al respetable. Con el sexto, el de mayor trapío del encierro y que se rajó pronto, labor correcta. En banderillas, destacó Álvaro Guisasola.

La novillada del maestro César Rincón -propietario de la ganadería El Torreón- tuvo el denominador común de la nobleza, cualidad no siempre bien aprovechada. Dentro de esa mezcolanza de lo acontecido en el ruedo, la pasión y las sensaciones más fuertes llegaron en el quinto lugar, con Salvador Barberán al natural.

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