Cultura

La sonrisa amarga de Roy Andersson entusiasma en la Mostra de Venecia

  • El sueco presenta su quinto filme, que los críticos ven ya como uno de los favoritos del festival

Roy Andersson, director exiliado durante décadas en el mundo de la publicidad, entusiasmó ayer a la mayoría de la crítica presente en Venecia, que lo señaló como uno de los grandes favoritos del festival por A Pigeon Sat on a Branch Reflecting on Existence, una comedia, como es habitual en este cineasta sueco, donde el sentido del humor se pone al servicio del absurdo y se confunde siempre con una penetrante melancolía.

"No quiero contar una historia, sino hacer cuadros de la vida", explicó ayer el director (Gotemburgo, 1943), que como hizo ya en Songs from the Second Floor (2000) y You the Living (2007), traducida aquí como La comedia de la vida, articula su película en una serie de sketches que pueden recordar visualmente al cine del finlandés Aki Kaurismaki, aunque el sueco lleva más al extremo el uso de una determinada gama de colores en la que se impone el tono grisáceo, así como los planos fijos, minimalistas y de honda impronta pictórica.

"Resulta aburrido ver historias con un final donde todos están contentos. Yo tiendo a hacer historias sobre la vida. He dejado la narración tradicional y quiero seguir hablando de los seres humanos", añadió Andersson, que para rodar esta película se inspiró en los pintores expresionistas Otto Dix y Georg Grosz. El director lamentó la "falta de calidad visual" en el cine actual; él, con su concepción artesanal, tardó casi cuatro años en hacer esta película: para cada escena, explicó, un mes, y para algunas incluso dos. "Es cuestión de tener paciencia", dijo este cineasta de culto que acumula en su casa decenas de premios por sus spots de publicidad.

"Creo que la imagen llegó antes que la palabra. Por eso hay que fijarse en la historia de la pintura: ahí está todo", aseguró el también autor de Giliap y A Swedish Love Story, ambas de los 70. Ahora, en esta A Pigeon sat on a Branch Reflecting on Existence, vuelve a ahondar en la fragilidad del ser humano, la soledad, la hipocresía de la sociedad... A veces ha sido comparado con su compatriota Ingmar Bergman, pero él puntualiza siempre: "Bergman no tenía sentido del humor. Era muy competente pero le faltó eso...".

En su última película, el humor y la trivialidad recorren las escenas, interconectadas con la historia de dos vendedores ambulantes; unos tipos tristes que intentan hacer reír a los demás. A pesar de la dificultad que entraña hacer este tipo de cine, Andersson señala que sigue siendo "optimista" y no renunciará a esta mirada.

Si esta cinta se perfila como una sólida candidata para el palmarés que se conocerá este sábado, el otro título que se exhibió ayer dentro de la Sección Oficial, la japonesa Fires on the Plain, un drama ambientado en la Segunda Guerra Mundial que dirige, escribe y protagoniza Shinya Tsukamoto, también generó entusiasmo, aunque limitado a sus seguidores. Tsukamoto, que no duda en emplear imágenes impactantes (cuerpos desmembrados, cerebros reventados...), se basó en una novela de 1951 de su compatriota Shohei Ooka para filmar este alegato pacifista que muestra el brutal proceso de deshumanización de unos soldados japoneses en los últimos días de la guerra en Filipinas.

La nota festiva la puso ayer la gran montadora Thelma Schoonmaker, que a sus 74 años sigue trabajando codo con codo con el hombre que cambió su vida: Martin Scorsese. "Me enseñó todo lo que sé", dijo esta estadounidense nacida en Argelia, que en 1981 recogió el primero de sus tres Oscar por su trabajo en Toro salvaje.

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