Crítica de Cine

Reencuentro y despedida

truman

Drama, España, 2015, 102 min. Dirección: Cesc Gay. Guión: Cesc Gay y Tomás Aragay. Fotografía: Andreu Rebés. Música: Nico Cota. Intérpretes: Ricardo Darín, Javier Cámara, Dolores Fonzi, Álex Brendemühl, Elvira Mínguez, Eduard Fernández, Javier Gutiérrez.

El nuevo largo de Cesc Gay (En la ciudad, Ficció, Una pistola en cada mano) sigue jugando en la división del cine para adultos atento a un cierto realismo de tono especular y a unas calculadas estructuras narrativas y dramáticas al servicio del lucimiento de los actores.

Truman podría ser ese perfecto, consensuado y asumible filme de autoayuda sobre la muerte para estos tiempos laicos, prosaicos y poco espirituales, una película que sabe moverse astutamente y con cierta franqueza entre la emoción (contenida), la lágrima y la descompresión humorística, entre los personajes escritos (queribles, entrañables) y la vida misma, para acercarse a un tema, el Tema, sin llevar a su espectador al límite de la congoja y el desasosiego, agasajándolo y dándole una palmada de consuelo y ánimo en la espalda para seguir adelante.

Julián (Darín) y Tomás (Cámara) se la pasan eludiendo el tono trágico, zigzagueando entre el silencio, lo no dicho y lo explícito, cubriendo las etapas, cuatro días, de una despedida anunciada que tiene algo de via crucis redentor, de sublimación de la amistad, de expiación (colectiva) para afrontar lo inevitable.

En ese juego a dos voces con múltiples coristas y contrapuntos (la hermana, la ex mujer, el hijo en Ámsterdam, los viejos amigos reencontrados o esquivados en los restaurantes, el funcionarial empleado de la funeraria, las mujeres que quieren quedarse con el perro), Darín nos parece siempre más ajustado en el tono, su tono, que un Cámara al que percibimos más en modo actor, un leve matiz desequilibrante que no empaña sin embargo la palpable complicidad e intensidad entre ambos. El éxito parece pues garantizado.

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